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Esto es tan asombroso, ella misma me ha dado la pieza perfecta para acabar con su vida. ¿Cómo podía mejorar más este día?

Abro los ojos, retirando la sabana sobre mi cuerpo para dirigirme al baño. Es extraño usar uno, en mi mundo no suelo hacerlo porque no hay necesidad de, pero aquí sí. Levanto la tapa blanca que cubre el inodoro y orino dentro del verter, deberían hacer algo para que no produzca tanto ruido.

— ¡Sasha! ¡Sasha! – el golpe contra la puerta me hace gruñir, pero al ser Miguel quien habla no puedo gritarle o amenazarle. – ¿Sasha, estás ahí?

— No, Miguel, sigo en mi cama dormido. – respondo, retirándome el bóxer por completo para darme una ducha.

— ¿Estás en el baño? – ¿Por qué es tan idiota? – ¿Qué haces en el baño?

— Cago, defeco, dejo ir el trozo ¿te lo explico?

— No... Eres un cerdo.

Suelto un suspiro; ¿cómo es posible que Miguel arruine el día tan rápido?

No ocupo mucho tiempo para bañarme por dos razones: mi cuerpo crea sudor en exceso y como es limpio por naturaleza no produce mal olor, y porque no me va el desperdiciar el agua por algo tan egoísta.

Salgo del baño sin tomar toalla alguna, Salem está sobre su cama y se ve demasiado molesto, pero realmente no me importa. No hará nada en contra de mí, sabe de lo que soy capaz si me enojo una segunda vez. Miguel se sienta a lado de la pesadilla andante, le ofrece una naranja y sonríe radiante una vez su obsequio es aceptado, es tan raro.

Veo hacia la otra cama cuando me dirijo a la mía, encontrándola vacía y eso me hace fruncir el ceño. ¿Qué mierda? ¿Tan rápido se recuperó? Salem ya despertó, pero sigue en cama.

— ¿Dónde está Storm? – pregunto, buscando en mi maleta con rapidez mi ropa interior, necesito encontrar a ese cabrón antes de que siga jodiendo todo. – Miguel.

— Yo... no sé. Salió.

— ¿A dónde?

— ¿Y yo que voy a saber? Sabes que nunca me dice a dónde va. – volteo a verlo y hace una mueca. – Dice que voy a estorbarle.

— Bien, eso lo creo.

Me coloco el pantalón de tela incomoda, pero adorada por los humanos. Demonios, son idiotas hasta para escoger esto, ¿acaso no saben lo peligroso que es? En fin, si lo supieran de todos modos la usarían, al igual que las armas o la radiación nuclear.

— ¿Saldrás? – la pregunta de Miguel me hace reír, ¿por qué hace las preguntas más estúpidas?

— Es obvio que voy a salir, con el escándalo de ayer debemos mantener un perfil bajo y ese idiota yendo tras esa chica nos lo va a complicar.

— ¿Y? – Salem se cruza de brazos. – Que golpeen a Storm no estaría mal.

— El problema no es que le golpeen, son las cámaras. – me coloco una camisa azul de botones, abrochándolos mientras me dirijo a la salida. – Les quiero aquí cuando vuelva, nada de muertos por paros cardiacos mientras dormían ¿de acuerdo?

— Sí, papi.

Ruedo los ojos, tomo la perilla de la puerta y salgo de la habitación, cerrando tras de mí. Necesito encontrar a este cabrón. Escojo el ascensor para bajar, las escaleras tomarían mucho de mi tiempo y no pienso batallar con ello.

Saga Seducción: MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora