Después de tremendo susto que me lleve en los baños, donde pude ser descubierta masturbándome como una adolecente cachonda e insatisfecha, me dedique a tener la cabeza tan centrada en el trabajo que ahora mismo me duele como si me estuvieran golpeando contra una pared. Mi trabajo consiste en acomodar o, más bien, en el diseño de interiores en cada una de las habitaciones que hay en el hotel del padre de Sienna. Soy la recamarera.
Lo realizo cada vez que una habitación se desocupa, en total son cincuenta habitaciones, cuarenta y ocho de ellas son estándar, las otras dos son presidenciales. Las cuales todas al ser desocupadas están hechas un desastre asqueroso. Abro la puerta de la casa, dejando salir a Geiro para que haga sus necesidades y de una vuelta, entro y dejo mi bolsa a un lado de la puerta, en la pechera, y cierro tras de mí. Camino a la cocina, sirviéndome un vaso con jugo de naranja, lo bebo rápido y me encamino a mi habitación.
Al llegar a mi nada decorado aposento, sin ningún cuidado me dejo caer en la cama, lanzando los tacones lejos de mí y siento como si mis pies volvieran a la vida, pero aun así tengo adolorido los brazos, esto es un infierno. Mi cuerpo ya no resiste como antes, es absurdo por la edad que tengo años. Estoy en la plena juventud, debería ser capaz de salir a correr o de ir a fiestas sin descanso, pero aquí estoy, quejándome de mis adoloridos pies como si de una anciana se tratase.
Suelto un suspiro, me siento en la orilla de mi cama para poderme frotar los pies, haciendo presión en el arco y en el empeine, se siente tan bien. Recuerdo que en universidad quise estudiar fisioterapia, pero resulto que mis manos eran demasiado débiles para llevar a cabo algunas presiones en el cuerpo. Qué triste que algo que no puedes evitar arruine tus sueños.
La puerta de mi cuarto se abre, volteo y Sienna me sonríe, cerrando la puerta tras de sí. Su vestimenta deja mucho que desear, antes ella se vestía increíble; sabía cómo manipular los colores y telas en ella, de tal forma que nadie se fijaría en su sobrepeso. Sólo en lo bien que se sabía vestir y también maquillas, pero su actitud...
— ¿Cómo estuvo hoy tu día? –pregunta mientras se adentra a mi habitación deshaciendo la trenza en que está hecho su cabello. Es verdad, no la he visto en todo el día y aquí ando juzgándola.
— Con mucho estrés –bostezo y logro formar una sonrisa, porque le estoy mintiendo; si, hubo estrés, pero también tuve un respiro en los baños. – ¿Y a ti, que tal te fue? No te vi en el hotel y eso que estuve en todo el lugar.
— No tengo porque quejarme, papá me está enseñando el manejo de los otros hoteles. – cuando por fin logra deshace la trenza por completo sacude la cabeza, esparciendo su cabello por todo el rostro. Después lo pone todo en un desastroso moño en la mera cima de su cabeza. – ¿Irás?
— No sé si deba, han pasado muchos años – volteo a ver el suelo. – Por otro lado tengo que trabajar.
— ¿Esa es tu excusa?
— Se sentirá incomodo el ambiente y, bueno, habrá muchas personas.
— Catalina se pondrá triste si no vas – declara como si fuera su mejor arma, que lo puede llegar a ser, pero en otras circunstancias. – Ella quiere conocer al famoso "innombrable", además, en su momento le prometiste que se lo ibas a presentar.
— No es mi culpa que ella no haya estado.
— Se lo prometiste.
— Lo sé y se lo compensare, tal vez enseñándole una foto o viéndolo en la distancia, pero...por favor Sienna –la veo, suplicando con la mirada que esta conversación acabe.
— ¿Sabes? Ser cobarde jamás es bueno.
Trago el nudo en mi garganta, viendo como ella sale de mi habitación después de decir tales palabras ¿Cómo puede decir tal cosa? Ella ni siquiera me conoce ahora. Al sentir semejante coraje me siento mal, es asqueroso. Me desvisto para poder ponerme ropa más cómoda, un pantalón de chándal y una blusa larga de manga corta. Estiro mis brazos, sintiendo el acomodar de mi columna vertebral, el estrés liberándose con lentitud.
ESTÁS LEYENDO
Saga Seducción: Mental
General FictionSolo está en su cabeza, sólo en sus sueños toma más control y verlo en cada rincón ya es normal, pero el pasado vuelve con fuerza y está asustada, parece ser que eso le gusta a él. Angela Barend vive junto a sus tres amigas en un departamento cer...