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Seis días, es lo que le queda de vida a mi cordura. Oh al menos eso creo, quiero decir tal vez ver a Carter no sea tan malo. Tal vez podamos estar juntos de nuevo y ser como antes. Felices.

Lo único que me inquieta es cuanta sinceridad seré capaz de soportar, no podré decirle todo lo que hice en un arrebato de enojo cuando él se fue y menos las cosas que pensé y dije de él, pues será algo muy vergonzoso.

¿Y si ya tiene a alguien más? No, imposible. Bueno puede que sí haya estado con alguien porque los soldados son buenos atrapando mujeres y casi siempre todas aceptan, pero él la hará a un lado para estar conmigo, para ser uno otra vez. Quiero estar con él, decirle lo mucho que lo extrañe, que... me sentí rota sin él en mis días y mis noches, pero... ¿qué pasa si él murió en guerra?

¡No pienses así!

Me acuesto boca abajo y grito con todas mis fuerzas hasta quedarme sin voz. El dolor es muy fuerte y es un asco sentirlo, te parte en tantos pedazos que es difícil imaginarse de nuevo en una sola pieza. Pero debo de ser fuerte, por él.

Mi celular comienza a sonar con la canción "Centuries" de Fall Out Boy, ame mucho la película de Seis grandes héroes, claro que la parte donde muere Itachi me hizo llorar, pero logré superarlo.

Agarro mi celular y contesto al ver el nombre de Catalina en la pantalla, de seguro se le ha olvidado algo. Hoy como es mi día libre pues se lo puedo llevar sin problema.

— ¿Qué ocurre, Cata? –pregunto sentándome en la orilla de mi cama.

No lo vas a creer, ¿Dónde estás? – suena agitada, espero que no sea lo que estoy pensando.

— En la casa – me coloco los tenis, sosteniendo el celular contra mi oreja con mi hombro. –, más específico en mi cuarto.

Bien, toma el dinero que hay a bajo de mi colchón del lado derecho, el izquierdo no lo veas, y ven inmediatamente al Hospital Guddine.

— ¿Qué ocurrió? – pregunto alarmada mientras me dirijo a su habitación, logrando sacar a ciegas el dinero de ella.

Es Sienna, tuvo un accidente apenas saliendo de la oficina central de su papá.

Espera. – me detengo con mi mano sobre la manilla de la puerta. – ¿Por qué debemos llevar dinero nosotras? Su padre lo puede pagar sin ningún problema.

Por favor, Angela, no discutas y trae el dinero.

— Ok, ya, pero insisto en que él debería pagar. – suelto un suspiro. – Llevare un poco del mío. Nos vemos allá.

Cuelgo y salgo de la casa, cierro con llave tras de mí y corro a la parada del metro. La gente está muy amontonada y me es difícil pasar entre ellos, y lo peor es el tráfico; esta del infierno. Llegaré más rápido si sólo corro, aunque mi condición física es una basura de algo ha de servir.

Esquivo peatones y algún que otro ciclista, recibo muchos insultos, pero no les presto demasiada atención.

¿Quién le pudo haber hecho eso a Sienna? Ella es una maldita buena amiga, antes y después del accidente, ¿será enemigo de su padre? Eso sería más lógico, al ser rico mucha gente quiere hacerse de él y su dinero, pero ¿contra Sienna? Es raro, nunca había pasado.

Me detengo en seco en un cruce y me permito tomar aire, mis pulmones exigen oxígeno. Diablos, debo comenzar a ir al gimnasio o al menos salir a caminar, pero en este lugar ambas cosas son peligrosas.

Saga Seducción: MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora