Capítulo 3

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N/A: Gracias por seguir leyendo la historia y darle una oportunidad. También me gustaría pedir a quienes la leéis, que si tenéis un minuto apreciaría que dejaseis un comentario ya que me ayudaría a saber si de verdad os gusta o no, si hay algún error, si creéis que puedo mejorar algo, etc.

Espero que os guste el nuevo capítulo ;)
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Introduzco las monedas por la ranura de la máquina expendedora, furiosa. Necesito cafeína.

Hace apenas media hora, han esposado a Richard Castle, así es como se llama aquel desconocido. Lo han esposado delante de mis narices y yo no he podido hacer nada por evitarlo.

Al principio le han pedido amablemente que les acompañe a comisaría, pero él se ha negado, llegando incluso a discutir con mi padre, el comisario Jim Beckett. Castle alega que él no tiene nada que ver con la muerte de su esposa. Y lo peor es que yo sé que tiene razón. Él no estaba allí en el momento en que Meredith Castle fue asesinada.

Lo sé porque en esos momentos él había estado bailando conmigo en aquella discoteca. Pero ¿cómo iba a decírselo a mi padre? No. No puedo hacerlo. Esperaré a que Castle explique que tiene una coartada, y así papá no se enterará de nada. Y es que no me importa llevarme la bronca del siglo por haber estado en una discoteca cuando se suponía que debía estar en casa, de hecho, no sería la primera vez. Pero lo que de verdad me importa es que Jim Beckett es el Capitán y puede sacarme del caso si así lo creyese oportuno. Y de ninguna manera voy a dejar que eso suceda.

-¡Yo! Beckett, ya has vuelto – Escucho la voz del agente Esposito. Me giro y veo cómo se acerca a mí con una taza de lo que parece café en la mano.

-Sí, ya he vuelto – Comento yo, molesta, llevándome a los labios la lata de Coca-Cola que había sacado de la máquina expendedora.

-¿Qué te pasa? – Pregunta él, haciendo un gesto de asco en cuanto prueba el líquido de su taza.

-Tú estarías igual si el Capitán te hubiese enviado a hacer de niñera.

Sí, eso era lo que mi padre me ha ordenado hacer después de que se llevasen detenido a Richard Castle. He tenido que estar cuidando de Alexis hasta que su abuela, y madre de Richard, ha aparecido por allí. Martha Rodgers es una mujer extravagante, pero ha sido muy amable conmigo.

-Tu padre confía en ti – Comenta Espo.

-Ya, pues no lo parece… Siempre me envía a mí a ocuparme de este tipo de cosas.

-Trabajo de campo. Así es como se aprende.

-¿Haciendo de niñera? – pregunto sarcástica.

Él se encoge de hombros y los dos damos un trago a nuestras respectivas bebidas.

-Esto está asqueroso – Dice con un gesto de repulsión.

Yo me rio. Hace tiempo que decidí dejar de tomar el café de esta comisaría por la misma razón. Mi amigo me da un codazo y ambos reímos, relajados.

Conocí a Esposito en una cena que mi padre organizó hace dos años, poco después de ser nombrado Capitán de la 12th. Por aquel entonces, Espo – así es como a mí me gusta llamarlo – acababa de llegar a Homicidios, después de pasar unos meses trabajando en el Departamento de Narcóticos. Enseguida congeniamos y comenzamos a llevarnos muy bien. Y por supuesto nuestra relación mejoró cuando yo entré a formar parte del cuerpo. Sé que puedo confiar en Espo para cualquier cosa y además él siempre me hace reír. Como ahora mismo. Algunas personas incluso habían llegado a pensar que entre Esposito y yo había algo más que amistad, algo que a nosotros siempre nos ha hecho gracia. Pero lo cierto es que entre Espo y yo solo existe una bonita amistad.

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