CASTLEObservo el pequeño cuerpo que descansa junto a mí y acaricio su corta melena, entrelazando mis dedos entre sus mechones de color rojizo. Alexis heredó su color de pelo de su madre, aunque mi madre también lo tiene de ése color.
Ladeo mi cuerpo hacia el otro lado y estiro la mano, haciéndome con el marco que descansa en mi mesilla de noche. Miro con tristeza la fotografía en la que salimos Meredith, Alexis, y yo cuando ella era todavía un bebé. Los dos sonreíamos, a pesar de que era yo quien sostenía a nuestra hija en brazos. Suspiro y vuelvo a dejar el marco en su sitio.
Supongo que siempre fue así. Siempre fui yo quien sostuvo a Alexis, yo quien se levantaba por las noches, yo quien tenía ojeras cada mañana…
Me llevo los dedos al puente de la nariz. No sé en qué momento las cosas empezaron a cambiar entre Meredith y yo. O tal vez es que nunca fueron como nos hubiese gustado.
La conocí en la universidad - en realidad era una fiesta de la facultad. Tuvimos sexo esa noche y supongo que en ese momento decidimos que deberíamos empezar a salir. No estábamos enamorados, pero nos teníamos cariño.
Seis meses después yo me licencié en periodismo y ella lo hizo en Derecho, aunque su sueño siempre había sido ser actriz. Después se enteró de que estaba embarazada y se asustó tanto que incluso barajó la idea de abortar, o dar al bebé en adopción. Pero finalmente, a pesar del enfado de sus padres, decidió que abortar le daba pánico y continuó con el embarazo y después yo le convencí de no darlo en adopción.
Nos casamos, de otra forma sus padres no nos hubiesen apoyado económicamente y necesitábamos ese dinero ya que ninguno de los dos trabajaba.
Unos cuantos meses después nació Alexis. En cuanto la vi supe lo que era de verdad amar alguien, y supe inmediatamente que debía protegerla.
Meredith, sin embargo, nunca supo ejercer su papel de madre. Prefirió refugiarse en la actuación, y tiempo después incluso en brazos de otro. Ni siquiera sé cómo pudimos llegar a eso, cómo aguantamos tanto tiempo juntos sabiendo que no nos amábamos el uno al otro.
Cuando la besaba no sentía lo mismo que con… Suspiro hondo y sacudo la cabeza. Tengo que quitarme a Kate de la cabeza. Ella todavía es joven, tiene toda la vida por delante y yo… Una hija de cuatro años y acabo de quedarme viudo.
Alexis se remueve a mi lado, desperezándose.
-Ey, calabaza, buenos días – me inclino sobre ella y le doy un beso en la mejilla, haciéndole sonreír.
Vuelve a cerrar los ojos, arrugando su pequeña nariz, molesta por la luz proveniente de la ventana.
-¿Piensas seguir durmiendo? – Pregunto, divertido.
Ella emite un pequeño suspiro y abre los ojos, mirándome, pero continúa en completo silencio. Un silencio que me preocupa, a pesar de que, según el psicólogo, es un estado por el que muchos niños pasan después de haber sufrido un trauma como el de Alexis.
-Cielo, tienes que… Debes hablar conmigo, calabaza.
Suspiro al ver que no voy a conseguir nada.
-Está bien, podemos dejar eso para más adelante. Pero supongo que ¿todavía te puedes reír, no?
Ella hace un gesto, pensativa, y después encoge los hombros.
-Mmm – Digo yo, fingiendo estar pensativo también – Tal vez deberíamos comprobarlo, ¿no crees?
Ella aprieta los labios, pero finalmente asiente.
-¿No crees que deberíamos comprobarlo con… cosquillas?
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A Thousand Years
FanficKate es una chica de veinte años, acaba de comenzar a trabajar en la policía de Nueva York, bajo las órdenes de su padre, el Capitán Jim Beckett cuando Richard Castle aparece en su vida en una extraña circunstancia: el asesinato de Meredith Castle...