Capítulo 28

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Kate

Respiro calmadamente. Sentir la respiración de Castle, su pecho bajando y subiendo cada vez que él coge aire e inspira profundamente, es algo que me relaja.

Y poder volver a sentirlo de nuevo, después de tanto tiempo, es algo maravilloso.

Igual de maravilloso que lo de hace unas horas.

Cierro los ojos y pienso en ello. Allí, acurrucada en sus enormes brazos, con su piel rozando la mía que se eriza con los recuerdos de las horas anteriores.

No ha estado nada mal.

Dios, ha sido maravilloso, estimulante, increíblemente placentero… Y él sigue poseyendo esa habilidad para hacerme perder el control y llevarme al cielo.

Y al mismo tiempo ha estado terriblemente mal.

Me remuevo en sus brazos y, cubriéndome con la sábana, me siento en el borde de la cama.

Castle carraspea, aliviando su garganta por todo lo acontecido, y se mueve sobre la cama acercándose a mí. Su gruesa mano desciende por mi espalda erizando mi piel a su paso.

No puedo evitarlo, el modo en que él me hace sentir con un simple roce… Él es el único que puede hacerme sentir así, tal vez porque no permito que esto suceda con nadie más, sentirme así de vulnerable con alguien… Ni siquiera Will en todo este tiempo me ha atrapado de tal manera.

Will.

-¿Qué hemos hecho? – Susurro más para mí misma sin apartar las manos de mi cara donde intento resguardarme de la realidad.

Y es que aunque no me arrepiento de haber hecho lo que hice, sé que tampoco fue lo correcto.

-Nos hemos… Divertido mucho – Comienza Castle rozando su mano con los mechones de pelo que caen sobre mi espalda – Primero, en el despacho y después aquí… Fue increíble. Espero que tú también te hayas llevado una buena impresión porque la mía ha sido bastante buena. Ahora eres mucho más flexible y… ¿haces yoga o algo?

Me giro de repente y le lanzo una mirada asesina, suficiente para hacerle callar.

Dios, no me puedo creer que elija precisamente este momento para bromear.

Me levanto de la cama, arrastrando la sábana conmigo, y salgo al despacho de Castle (contiguo a su habitación) donde anoche quedaron nuestras prendas de ropa esparcidas por el suelo. Me hago con toda mi ropa y maldigo al encontrar mis bragas rasgadas.

-Maldito Castle – Susurro, a pesar de lo excitante que fue ver cómo las rasgaba, perdiendo el control por estar dentro de mí.

Regreso con mi ropa al dormitorio de Castle y me quedo parada unos segundos delante de él, tapada ridículamente con su sábana y cargando con mi ropa.

-¿Baño? – Pregunto después de unos segundos.

Él me mira de una manera divertida (al parecer toda la situación le divierte), mostrando su completa desnudez y con una nueva erección que intento ignorar, señala con el dedo hacia la derecha apuntando a una puerta que conecta directamente con su habitación.

Yo me dirijo allí y comienzo a vestirme mientras escucho a Castle alzar la voz desde su habitación.

-¿Sabes que no voy a ver nada que no haya visto y estudiado a fondo ya, verdad?

Ruedo los ojos antes de colocarme mis botines.

-Podrías quedarte – Murmura él cuando yo salgo del baño– Puedes dormir aquí.

Aunque no digo nada, lo sé. Sé que Castle no me despacharía de su cama después de habernos acostado. Al igual que sé que lo de hace unas horas no fue solo sexo.

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