Capítulo 1

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Miro a mi alrededor y compruebo que Lanie está en la pista, bailando con un tipo alto y musculado. Suspiro. Fue ella quien me pidió que le acompañase a esta fiesta y yo accedí a regañadientes, pensé que solo sería un momento y sin embargo ya llevamos aquí tres horas. Aunque eso no era lo que más me molesta. No. Lo que más me molesta es que Lanie enseguida ha comenzado a flirtear con aquel tipo, dejándome allí sola.

Me siento incómoda, no solamente por lo de mi amiga, sino porque no conozco a nadie. Normalmente cuando salimos, solemos ir a alguna fiesta en casa de algún conocido, pero no hoy. Y yo no soy como Lanie, yo no me veo capaz de tontear con alguien a quien ni siquiera conozco.

Al parecer alguien le dio a Lanie unos flyers para entrar gratis en esta discoteca y ella acabó convenciéndome. Gracias a esos flyers, o al contacto de Lanie, no nos han pedido el DNI en la entrada. Desde el principio sabía que era una mala idea. Mi padre me había dicho que debería quedarme en casa esta noche, ya que podrían necesitarme en el trabajo, y por supuesto yo le había prometido que me quedaría en casa esperando esa llamada. Y a contrario aquí estoy, en esta discoteca, actuando indebidamente.

Miro confusa el vaso que la camarera coloca delante de mí, sobre la barra. Está lleno de alguna bebida alcohólica, de un color ámbar, que ahora no logro reconocer, y tiene una mini sombrilla colocada en el lateral.

-Eh, espera, yo no… - Intento alzar la voz por encima de la música – Yo no he pedido nada.

La camarera, una chica algo mayor que yo, señala con el dedo índice a un chico que hay al otro extremo de la barra. Después vuelve a su trabajo como si nada.

-Pero… - balbuceo mientras mantengo la mirada en el vaso.

Levanto la cabeza y observo al chico que la camarera acaba de señalar.

Él me guiña un ojo antes de llevarse su propio baso a los labios. "El chico" en cuestión parece tener unos cuantos más años que yo y me mira como si me estuviese desnudando con la mirada. Eso me enfurece.

Agarro el vaso con firmeza y me dirijo hasta él mientras pienso lo que le voy a decir. Le diré que no quiero ser invitada y además le diré que no se atreva a mirarme de esa manera nunca más.

-Parecías aburrida – dice en cuanto dejo el vaso frente a él.

-Eso a ti no te importa – digo, escrutándolo con la mirada.

-Oh, vamos, ¿me vas a decir que no te gusta divertirte?

Me quedo paralizada cuando siento la mano de él posarse en mi cintura. La agarraré entre mis manos y le haré una de esas llaves que aprendí en la academia, lo dejaré tendido en el suelo y así él no se atreverá a volver a tocarme.

No puedo hacerlo.

Y él se acerca a mí peligrosamente.

-Vamos a bailar.

Me estremezco cuando siento su aliento pegado a mi oreja. Me maldigo a mí misma por sentirme de aquella manera.

-Yo no… - Fui lo único capaz de decir.

-¿Qué? ¿No has venido aquí para divertirte? – Su voz suena algo ronca y entrecortada, seguramente por a todo el alcohol que seguramente ha ingerido – Tu amiga parece estar pasándoselo bien.

Alzo una ceja, volviéndome para mirarlo. Esto es el colmo, ¿cuánto tiempo habrá estado este extraño espiándome sin que yo fuese consciente de ello?

-Llevo un rato observándote – Dice él, encogiéndose de hombros – Eres… muy atractiva. No he podido evitarlo.

Entonces me siento totalmente confusa. Por un lado quiero apartarme de su lado, darle una bofetada por mirarme de aquella manera, y marcharme de aquella fiesta. Pero por otra… Sacudo la cabeza. Aquel era el único tío en mucho tiempo que me mira así, que se siente atraído por mí. Y sí, seguramente se deba al alcohol, pero también puede ser que él tenga razón. Quizá debería simplemente divertirme por una vez.

A Thousand YearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora