Capítulo 17

196 18 13
                                    

N/A: Miles de gracias por las reviews en los capítulos anteriores, espero que le deis una oportunidad a esta segunda parte de la historia y ojalá os guste como la anterior!

2ª PARTE
.
.
.
.
9 años después…

Kate

Cierro los ojos y tamborileo mis dedos en el reposabrazos del asiento. Siempre me ha puesto nerviosa viajar en el lado del pasillo, pero esta vez no he tenido tiempo de escoger asiento junto a la ventana. Todo ha sido demasiado precipitado. Demasiado inesperado.

Pienso en ello y el nudo que se instala en mi estómago me provoca nauseas. Tengo que presionar los párpados y contar hasta diez para no salir corriendo hacia el baño del avión.

Las azafatas ya han anunciado el aterrizaje, por lo que sería imprudente levantarme ahora.

—¿Te encuentras bien? — La mujer que se encuentra a mi lado coloca su mano en mi antebrazo y me dedica una cálida mirada.

Seguramente ha notado mi estado de nerviosismo durante todo el trayecto y se ha visto en la obligación de preguntarme, quizá piense que me aterroriza volar.

Siento ganas de reírme y confesarle que no estoy bien, de explicarle que llevo cinco años sin hablarme con papá por una estupidez – que por supuesto no me pareció una estupidez entonces – y que ahora él ha recibido un disparo en el pecho del que no sé si se recuperará. No. Claro que no estoy bien.

Sin embargo me limito a expulsar el aire de mis pulmones y a asentir, murmurando un ligero "estoy bien, gracias", pues no creo que ésa extraña realmente desee que le cuente mi vida, y tampoco creo que yo esté preparada para contarla.

Unos minutos después espero, impaciente, a que las azafatas nos den permiso para bajar del avión y cuando lo hacen, soy de las primeras en hacerlo; disculpándome por empujar a un par de pasajeros en el proceso.

Cuando llego a la salida del aeropuerto cojo un taxi y le doy al taxista la dirección del Presbyterian Hospital.

En otras circunstancias hubiese alquilado un coche, o me hubiese limitado a coger el metro, es lo que he hecho las anteriores ocasiones que he regresado a Nueva York para Navidades o alguna que otra fecha especial. Sin embargo esta vez no tengo tiempo de alquilar un vehículo, ni tan siquiera de cambiar de terminal para llegar hasta el metro que comunica con el aeropuerto.

Por eso un taxi es la opción más rápida y segura en estos momentos.

Después de abrocharme el cinturón y pedirle al taxista que se dé prisa, sin preocuparme de los modales, rebusco en mi bolso hasta encontrar el teléfono móvil. Desactivo el modo avión y reviso las llamadas que he recibido mientras volaba desde Boston.

Veo que una de ellas es de Will, al que ni siquiera he avisado de lo sucedido. Realmente no había pensado en él hasta ahora, pero lo más probable es que él estuviese demasiado ocupado en el trabajo. Siempre lo está. Y a decir verdad, no puedo culparlo porque es lo mismo que me pasa a mí. Tal vez por eso funcionamos bien juntos.

Will Sorenson es un agente especial del FBI, especializado en casos de secuestros. Nos conocimos cuando, en mis primeros años en Boston, me pidieron que colaborara en uno de sus casos. A pesar de que trabajamos en diferentes departamentos, el trabajo ocupa la mayor parte de nuestras vidas, y eso nos ayuda a entendernos mutuamente.

Reviso el resto de llamadas y observo que la última de ellas es de mamá. Las pulsaciones se aceleran en mi pecho y un nudo en la garganta me impide respirar. Me niego a creer que el motivo de ésa llamada es que algo grave haya sucedido. Papá no puede haber empeorado. Los doctores que le estaban operando han tenido que acabar con éxito esa operación.

A Thousand YearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora