Cartas a un amor imposible

COMIENZO.

   Caminar por los pasillos de la preparatoria con los brazos llenos de libros, debe ser considerado una odisea para cualquier adolescentes. Pero para mi ya es normal, es una cosa de todos los días. Sabiendo que es una de las pocas cosas que logró hacer aquí, no porque me molesten mis compañeros, no ellos nunca me han molestado. Aunque por momentos se me ha cruzado por la cabeza la idea de que sería bueno, por lo menos sabrían que existo, pero luego me doy cuenta que eso es una locura. Lo único que logró hacer en los recreos es leer y leer, la única compañía que tengo durante mi día a día son estas maravillas que me van transportando de mundo en mundo.

   Mis brazos ya no cuentan con fuerza, al igual que mi cuerpo. Estos libros si que pesan demasiado, aunque ya es otra de mis rutinas.

— Vamos Katia, ya casi llegas. — Me doy aliento a mi misma en voz baja, al darme cuenta que ya estoy por llegar a mi casillero número veinte .— Por fin. — largo un gran suspiro luego del sufrimiento.

- si los gemelos estuvieran me ayudarían - pienso soltando los libros en el suelo para poder abrir el casillero.

Extraño que mis hermanos estén merodeando por la escuela, ellos eran mi única compañía y lo siguen siendo en casa. Estaría solitaria a toda hora si no fuera por ellos. Ethan y Scott son lo único que tengo.
Aquí no tengo amigos y en casa mis padres tampoco son una gran compañía, no es que sean malos, todo lo contrario, ellos son buenos y trabajan a todas horas para tenernos bien. Pero eso puede ser malo en algunas ocasiones, nunca he tenido una conversación con ellos de más de dos minutos, nunca han preguntado cómo estuvo mi día, ni nada de eso. Puedo estar junto a ellos gritando y es como si no me escucharán. Es triste.

   Tomo de mi bolsillo la llave del casillero. Logró abrir el candado y me pongo de cuclillas para tomar los libros del suelo. Al subir mi mirada lo veo, mi corazón se detiene por unos segundos y mi respiración se contrae. La imagen pasa por mi mente en  cámara lenta, marcando su caminar perfecto y seguro de si mismo, como si no tendría miedo a cometer errores, caminando y pisando al mundo, y a todos que lo rodean.

  Como anhelo poder ser así asegura de mi misma como lo es él, sin tener que preocuparme por nadie. Necesito esa seguridad, caminar erguida y con la vista hacia el frente, comiendo el mundo, sin pensar en el que diran. Pero no lo logró.

   Desde los ocho años que llegue aqui, que estoy perdidamente enamorada de él, pero hay un gran problema: él no sabe de mi existencia, como la mayoría de las personas, no sabe mi nombre, no sabe que compartimos tres clases juntos, no sabe absolutamente nada de mí.  En cambio yo se todo de él, se que le gusta el café bien caliente en los recreos, su pasión por las películas de terror y que durante las pruebas se la pasa tarareando una melodía para no estar nervioso. No es una forma de acoso ni nada de eso, bueno quizás si un poco. Pero nada enfermizo. 

    Aveces me pregunto ¿Cómo alguien se puede dar cuenta de mi existencia? Si soy la clásica nerd de la escuela, la que está tapada de libros cada hora, cada minuto y cada segundo del día. Díganme la verdad, díganme si un chico como él se fijaria en mi. No eso no pasa ni en los mejores sueños. Esas son cosas clásicas de libros o cuentos de Disney que te hacen crearte en la cabeza una ilusión o un cuento de hadas perfecto, donde él chico popular y la nerd terminan juntos para siempre, son felices y comen perdices. No esas cosas en la vida real no pasan y déjenme decirles que apesta que no pase.

   Hace un tiempo decidí comenzar a escribir cartas en las cuales expresaran lo que siento. Es una forma de desahogarme, no sólo son cartas para Luka, sino que también son cartas para expresar lo sola que me siento, como anhelo alguien con quien hablar, con quien reír y llorar.
Me gustaría poder tener algún amigo al que invitar a tomar algo por las tarde o salir a caminar por la ciudad. Eso sería genial, pero adivinen esas cosas tampoco me pasan. Estoy todo el día sola en mi casa, con la compañía de mis pensamientos, buenos libros, mi perro Travis y en algunas ocasiones mis hermanos.

Tengo las esperanzas que algún día todo cambie y ya no tenga que expresar lo que siento mediante cartas para mi amor imposible.