La barbacoa

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Esta noche había barbacoa en la casa del amigo de mi hermano. Odio las barbacoas. Solo producen humo. Claro, pensareis, ¿y la carne? A consecuencia del humo solo produce carne con sabor a humo. Por no hablar del peligro de la mezcla de decenas de personas borrachas y el fuego. Definitivamente, las odiaba. Pero Allan quería tenerme bien vigilada, así que me tocaría tragarme la fiesta, el humo y la carne con sabor a humo. Llegamos a la casa-hotel-pensión de el amigo de mi hermano. Era una casa gigante con un patio enorme, con unas escaleras (no muy seguras para gente borracha) que daban a una terraza. Allan llegó detrás de mí con mi bolsa de deporte-maleta donde había metido mi ropa y todo mi equipaje. No la había bajado antes porque según él se había "dado demasiada prisa en irse de fiesta". Yo tampoco soy una culturista y no podía con kilos y kilos de ropa (toda escogida por Diane, como no). Todas las habitaciones tenian dos literas, cada una de dos pisos (en resumen, cuatro camas por habitación). Allan paró en una habitación en la que solo había dos camas.

-Y este es el cuarto de las chicas-me dijo.

Abrí mucho los ojos y miré a mi hermano.

-¿¡Que solo somos dos chicas!?

-Eso parece... ¿Dónde dejo esto?

-Al lado de la cama y ahora lárgate-escupí.

Cerré la puerta en sus narices y me tumbé en la cama, me puse los auriculares y empecé a escuchar música.  Mi "compañera" de cuarto no apareció en toda la tarde, por lo tanto pude descansar para pasar la noche despierta. Cuando empezó a anochecer y sin que nadie me dijera nada me puse unas converse, unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta de Nirvana (no sabía qué era Nirvana hasta hace dos semanas, cuando vi la camiseta y me interesé por el grupo de música. Al final me acabó gustando Nirvana y todo). Esto me hizo pensar en otra cosa que odio. La gente que se pone camisetas de grupos musicales sin saber ni quienes son ni cuales son sus canciones. En serio, pensadlo bien antes de compraros una camiseta si no quereis que os odie. Bajé al patio y ahí estaba mi hermano, preparando el fuego del que saldría el humo que tanto odio y que haría que mi pelo oliese a quemado durante toda la noche. Poco a poco el patio se comenzó a llenar y los chicos empezaron a hacer la carne. Yo, simplemente cogí un mojito y una silla y me subí a la terraza poco segura para borrachos. Planté la silla en el suelo y me senté. A esperar a que la noche acabara. Supongo que me dormí y no me desperté hasta las tres y cuarto de la noche. Ya me había desvelado y preveí que no podría dormirme, así que me apoyé en una barandilla a ver las estrellas. Pasaron como diez minutos cuando oí unos pasos detrás de mi. Supuse que era Allan, pero cuando ne cogió por la cintura, supe que no era él.

-Wesley suéltame-dije secamente.

-Vale, tranquila, vengo en son de paz-dijo levantando las manos en señal de rendición.

-Más te vale.

-Hoy he estado recordando cosas y esta fiesta me recuerda a la fiesta de Emily ¿te acuerdas?-me dijo.

-Si que me acuerdo-sonreí ante el recuerdo-. Ahí éramos felices.

-Éramos amigos... Antes de que ocurriera todo... Ya sabes...

-Si...-Tenía frío, así que me abracé a mí misma para entrar en calor.

-La verdad es que estoy cansado de todo. De que todo me recuerde lo mal que lo pasé cuando me dejaste...-Tomó aire lentamente, el aire era frío y casi dolía respirar-Quiero que todo esto se acabe... Quiero los malos rollos fuera, no quiero que seamos mejores amigos para siempre pero, joder, a la fuerza tenemos que ser compañeros de clase...

-Así que me estás proponiendo que me olvide de todo-Lo pensé por un momento-. Por mi bien.

-Entonces, ¿amigos?-preguntó con una sonrisa inocente.

-Amigos-afirmé.

Una chica diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora