Seguimos besándonos. Fue un beso intenso y apasionado pero a la vez tierno. Él mordió mis labios suavemente y nuestras lenguas empezaron a jugar entre ellas. Me agarré a su pelo. Estaba lista para algo más. Siempre pasaba lo mismo: beso y al día siguiente éramos amigos. Solo amigos. Quería iniciar algo con él. Quería darle todo a él y confiar en el que él me diera todo. Además, hacerlo en una piscina ajena daba morbo. Mucho. Él me cogió de la cadera atrayéndome hacia él. Todo paso a paso. Poco a poco. Sin prisas. Nuestros labios dejaron de rozarse un momento y él dejó una línea de besos desde el hombro hasta el lóbulo de mi oreja, la mordió suavemente. Yo miré hacia arriba y allí estaba Wesley más blanco que la leche mirándonos. Más bien mirándome.
-Rick, para.
-¿Por qué?-dijo entre beso y beso.
-Porque alguien nos está espiando.
Paró y miró hacia arriba. Cuando sus ojos se encontraron, Wesley se fue.
-Hijo de la gran puta-dijo en un susurro apenas audible.
-Mejor vámonos-dije saliendo de la piscina.
-Si, vámonos-dijo Rick con la mandíbula tensa.
Me puse los leggins y las converse. Cogí una escalera que estaba en el patio y la puse en el tejado. Subí y Rick subió detrás de mi. Cogió la escalera y la puso en el tramo que nos quedaba por subir. Subí yo primero y Rick después. Bajé las escaleras. Me fui a mi habitación sin decir nada. Cerré la puerta de mi habitación detrás de mí. Me apoyé en ella y dejé que mi espalda se resbalase hasta estar sentada en el suelo. La habitación estaba en penumbra y no veía absolutamente nada. Cuando mis ojos se adaptaron a la luz, vi una sombra sentada en mi cama.
-¿Quién coño eres?-dije, no le podía ver la cara. Se levantó y pude ver que era Wesley.
-Soy yo-dijo.
-Tu eres idiota o ¿qué te pasa?
Se acercó mucho a mí y comenzó a besarme. Fue un beso terrible, no porque besara mal pero un millón de imágenes del día en el que perdí la virginidad asaltaron mi mente.
-¡Gilipollas!¡Suéltame!-Dije mientras le pegaba una bofetada en la cara.
-Joder Krys ¿no lo comprendes, verdad? Te sigo queriendo.
-¡El puto problema es que yo no!¡Lo nuestro ya pasó y no volverá a pasar!-Me relajé y me encaminé a la puerta-Sal de aquí-dije señalando hacia fuera.
-No voy a irme.
-Sal de aquí, Wesley.
-Dime que me odias y me iré.
-Wes, no me obligues.
-¡Dilo!
-Wesley, te odio. No sólo es que te odie, es que no comprendes que tu tren, nuestro tren, ya pasó. Llegas tarde-se me escapó una lágrima-. Yo ya no te quiero. Que esto fue por tu culpa-señalé a mi muñeca-. ¿Es que no lo ves? Ahora, vete.
Sin decir nada se fue. Pegué un portazo y empecé a llorar como una posesa. No sé por qué me sentía mal, simplemente me pasó. No entiendo nada, Wesley me importa, pero solo como amigo. Él no lo podía entender. Llamaron a la puerta.
-¿Quién es?-dije.
-Soy Allan-respondió.
-Entra.
Abrió la puerta.
-¿Qué coño ha hecho Wesley?-me dijo al verme llorar.
-Me ha besado. Yo no quiero que me bese. Le he perdonado por todo lo que me hizo y eso, pero quiere volver y yo no tropiezo dos veces con la misma piedra-cuando acabé tragué saliva y dejé de llorar. Allan me abrazó.
-Krys, no voy a dejar que ese imbecil te vuelva a tocar, ¿vale?
Le miré a los ojos.
-Te quiero, bro.
-Y yo, Kris, y yo.

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Una chica diferente
Teen FictionY ahi estaba yo. Con mi pelo azul, mi corona de flores a lo lana del rey, mi dilatación en la oreja izquierda y mi piercing negro en la nariz recorriendo los pasillos. Más de una y más de dos se quedaron mirándome pero a mi ya todo me daba igual...