Finalmente, Ryan y sus amigos fueron culpados de homicido por la muerte de Cara. Ahora estarán pudriendose en una cárcel de menores. En fin, ya todo eso pasó. Ha pasado un año. Hace dos meses nos mudamos a Australia. Ahora mismo tengo un anillo de oro blanco en la mano derecha, un ramo de flores en mis manos y un vestido largo de seda que cubre mi cuerpo. Recorro un pasillo entre filas y filas de sillas. Al verme pasar se levantan todos y cada uno de los que están allí sentados. Sonrío y miro al frente. Delante de mi, tirando pétalos de floresy andando torpemente, se encuentra Helena, mi sobrina. La hija de Emily. La tuvieron hace siete meses. Sigo mi camino, el altar en la playa ya está cerca. Me sudan las manos. Me pongo nerviosa. Sonrío al juez y dejo la línea recta que estaba siguiendo para quedarme a un lado del arco de flores que adorna el altar. Diane entra detrás de mi, vestida de blanco. En el altar, nervioso, está Math, que me dedica una sonrisa. Helena corre hacia mi y me abraza la falda de mi vestido amarillo. En frente de mi, está Rick, ocupando el mismo sitio que yo al otro lado del arco de flores. Diane parece una princesa. Llega a la altura de Math y la ceremonia comienza. El juez dice las palabras de rigor y mi mejor amiga acaba de casarse. No me lo puedo creer todavía. Llevan mucho tiempo saliendo y ya era hora pero llegado el día, este día, cuesta asimilar las cosas. Los novios salen corriendo hacia la playa para bañarse y yo me quedo ahí quieta, sola, recordando cuando la conocí, cuando sólo teníamos doce años. Ahora ha cambiado. Ya no es la niña bajita y dulce que era... ¡Joder que estoy llorando! ¡Krystal Evans llorando en una boda! Entonces, siento como un brazo rodea mis hombros. Como no, es Rick.
-¿Has pensado alguna vez en decir que sí a mis propuestas?-dice, yo sonrío.
-Nunca.
-¿Estás llorando de horror o algo?
-Puede.
Si, Rick había hincado rodilla como dos veces, yo no he aceptado nunca, no necesito un papel para demostrar cuanto le amo.
-Se te ve feliz, princesa-me dice y me besa en la frente.
-Es que lo estoy.
-¿Sólo por esto?
-Por algo más.
-Y... ¿qué es?
-Que te amo demasiado, mira-subo mi falda unos centímetros y ahí en el interior de mi tobillo se puede leer: Rick, mi Sirenardo. Me coge por la cintura, me eleva por los aires y me besa. Sonríe pícaro y él sube la manga de su frac. En letras grandes se podía leer: Krystal
-Krystal Evans, te quiero.
-Rick Matthews, te adoro.
Él, sin bajarme al suelo, me da un cálido beso. Y entonces llega Lena y me llama la atención aclarándose la garganta.
-Krystal, un tipo me ha dicho que te dé esto.
Voy hacia donde está ella y cojo un sobre de color negro de sus manos.
"Krystal Evans, no has cambiado nada. Sigues siendo esa chica que se hace la fuerte pero que luego llora por gilipolleces. Típico de ti. Recuerda, tuviste tu oportunidad hace ya ¿un año y medio? Creo que si. ¿Me recuerdas en la habitación de aquel pueblo inmundo en vacaciones de primavera? Me dijiste que me odiabas. No te puedes imaginar en qué cantidad el sentimiento es mutuo ahora mismo.
Atte, Wesley Jones"
Me puse pálida, tanto como si hubiera visto un fantasma.
En verdad, era un fantasma.
Un fantasma que ya creía desaparecido.
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Una chica diferente
Novela JuvenilY ahi estaba yo. Con mi pelo azul, mi corona de flores a lo lana del rey, mi dilatación en la oreja izquierda y mi piercing negro en la nariz recorriendo los pasillos. Más de una y más de dos se quedaron mirándome pero a mi ya todo me daba igual...