Capitulo 12

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Salimos de la cueva con pasos inseguros, todavía teníamos esa cierta desconfianza de aquellos seres. no parecían peligrosos, pero no descartaba la idea de que podría ser una trampa. Cuando la luz invadió nuestros ojos, los seres empezaron a hacernos señas para que nos acercáramos. Nos escabullimos en unos arbustos y me indicaron a que viera entre las ramas. Al principio no lograba ver nada, pero con el pasar de los segundos me di cuenta que alguien estaba corriendo hacia donde estábamos nosotros. Aleje mi vista lentamente y me empece a preocupar, no quería que nos atraparan.

-¡debemos irnos! -grité a todo pulmón

-no me digas, sabelotodo. -dijo la mujer de ojos luminosos.

-¿era necesario? -le respondió su amigo sin obtener respuesta alguna.

Empezamos a correr con todas nuestras energías, en algunas ocasiones, los árboles naranjos se interceptaban entre nosotros, haciendo que el recorrido se volviera muy dificultoso. Ya no teníamos tiempo de correr, debíamos luchar. Agarre una rama y empece a afilarla con una piedra voluminosa. Cuando se percataron de que ya no estaba corriendo, me miraron de una manera muy extraña, incluso sentía la sensación de que seguirían su plan de escape y me dejarían en la soledad.

-¡es la única forma! -les dije mientras mi hermana se acercaba a mi lado.

-tienes razón, tarde o temprano nos van a encontrar.... -respondió la muchacha con una rama muy grande en sus manos.

-si tú te quedas, yo me quedo. -exclamó el joven mirando a la muchacha con lealtad. Esta le respondió con una sonrisa que reflejaba admiración.

Se sentaron alado de nosotros y empezaron a recolectar algunas piedras y ramas. Teníamos los materiales necesarios para crear un sinfín de armas, pero eso conllevaría un largo tiempo. Tuve la idea de hacer una trampa mortífera, era muy fácil de hacer pero provocaría una muerte muy lenta y desesperante. Finalmente conseguimos tener un par de lanzas, dos cuchillos y una resortera para mi hermana. No quería que ella fuera la encargada de matar a un ser vivo, por lo tanto con esa resortera solo provocaría un par de moretones.

-ahora tenemos que esperar a que lleguen. -comente con orgullo y cansancio. Estabamos todos satisfechos por el trabajo que habíamos realizado y no teníamos duda a que iba a funcionar.

-espero que no nos atrapen, no me quiero ni imaginar la cara de los humanos al saber que los "traicionamos". Son seres muy raros y destructivos.... -entre sollozos, hablo la mujer.

-ni se te ocurra decir que los "traicionamos", ellos ni siquiera son nuestros aliados y nunca lo serán. Ellos nos tratan como esclavos, debes entender que para salir de sus torturas, debemos luchar. -la voz del muchacho se tornó con un enojo muy elevado.

-sise, pero es que son muy fuertes y inteligentes, se apoderaron de nuestro planeta en solo 1 año... todos se creyeron el cuento de que eran nuestros dioses, ¡que ingenuos éramos! -le respondió con una decepción casi detestable.

-por lo menos tenemos mejores nombres. -contestó con una risa muy fingida, quería encontrar el lado positivo de la conversación.

- a todo esto, nunca supimos sus nombres... -hablo mi hermana muy confusa por sus aclaraciones.

-en mi planeta me llamaban k-13, pero cuando los humanos nos invadieron, estos me denominaron como "pitbull".......nunca entendí su significado, pero preferí quedarme con ese nombre. -dijo el muchacho con asombro

-por mi parte, yo nunca tuve un nombre. Fui un error desde el principio, pero cuando llegaron los humanos estos me llamaban como "escarlata" por el color de mi cabellera, así que decidí quedarme con ese nombre, aunque me provocaba nauseas el hecho de que aceptara algo de los humanos. -hablo la mujer de cabello carmesí.

Íbamos a seguir hablando de como eran sus vidas en su planeta y después de la llegada de los humanos. Pero nos dimos cuenta que los militares, o mejor dicho los rehenes de los humanos, nos habían encontrado. Habían solamente 3 y estaban muy nerviosos, como si tuvieran una pistola detrás de sus cabezas.

-¡encontramos a los rebeldes junto a dos artirusenses señor! -replicó uno de ellos, mientras le hablaba a un monitor que se encontraba en su hombro izquierdo.

-¿preparados? -pregunté con valentía.

Fije mi mirada en mi hermana y me di cuenta que tenía la resortera cargada, estaba lista para luchar por su justicia y por la de todos los "artirusenses" como así se nos denominaban.

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