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Miró completamente el panorama. Estaba segura de que las cosas no iban a resultar tal y como lo pensó. La jornada laboral fue muy mediática, con un vaivén de problemas le estaban afectando mucho más de lo que imaginó y eso no era bueno para su salud, especialmente cuando ya no tenía a sus padres cerca de ella. Añoraba mucho la vida en el campo, en retomar las facilidades que era la vida, nada de complicaciones, todo tranquilo, el olor de paz y la frescura del campo, la sensación de que nada iba a resultar mal.
Pero tuvo que cambiar toda esa cálida existencia por la monotonía de la metrópolis. Modernidad. Autos. Bullicio. Olor a neumáticos. Edificios. La vida en la ciudad era bastante costosa y no tenía idea si era lo correcto.
Fue entonces cuando su vida comenzó a tomar más sentido, el hecho de estudiar fue una de las cosas más significantes de la vida hasta que llegó el momento de mantenerse con un trabajo. Su papá y mamá no eran ricos, y tampoco le gustaba molestarlos por pequeñeces cuando estaba por cumplir la mayoría de edad; lo bueno de todo fue que uno de sus maestros le ofreció un puesto bajo su condición de los 17 años, no ganaba a gran cantidad pero lo suficiente como para pagarse un departamento humilde, la universidad era pública así que con eso se aliviaba y lo poco que quedaba de dinero lo consumía en alimentos, o juntando lograba depositarle algunos billetes a sus padres para que no se preocuparan de las situaciones económicas que también pasaban.
Bueno, no era fácil criar a tres hijos aparte de ella por supuesto, añadiendo las mascotas que también los consideraban como parte de su familia.
—Buenas noches—la amable señora que le rentaba un departamento le saludó cuando ingresó al vestíbulo—, estás empapándote por andar a pie.
—No me esperaba una tormenta señora Cassandra.
La señora rondaba por la edad de los cuarenta años, había perdido hace un par de años atrás a su único hijo por lo que desde esa vez, según oyó los chismes, había cambiado radicalmente. Antes era muy cruel y despiadada, lo que se le hacía completamente difícil de creer que ella fuera lo que muchos habían dicho.
—Además has llegado más temprano.
—Solo era dar un examen, y con ello empieza mis cortas vacaciones—bostezó, el sueño era terrible—. Si me disculpa, iré a mi habitación, seguro mi Kero estará hambriento.
—No lo dejes andar por allí.
Sonrió para que se despreocupara. Kero era un cachorro que encontró en un basurero cuando iba de camino a tomar el bus para ir a casa, fue hacia unos meses que decidió adoptar y por esa única vez la señora Cassandra le permitió tener una mascota en el condominio. Ingresó al ascensor hasta terminar en el último piso, allá arriba había una azotea de la cual nadie podía ingresar salvo ella pues al ser el único lugar que nadie quería alquilar, la señora accedió dárselo a un muy buen precio. Además era muy espaciosa.
— Kero —musitó cuando abrió la segunda puerta de seguridad que iba directamente a su pequeño hogar, lo bueno es que la señora ordenó reforzar su lugarcito con otra puerta por si alguien se pasaba de listo—, hay comida china para cenar.
No oyó el ladrido de su cachorro, eso le incomodó por lo que se acercó hacia la salita a buscarlo, luego a su habitación, a la cocina hasta que vio su silueta en el borde la ventana que iba directo hacia la calle.
—A veces me pregunto qué pasará por tu mente—el perro negro estaba fijamente mirando el oscuro y lluvioso cielo, o tal vez las luces de los edificios cercanos—. Vamos para que cenes.
Los ojos dilatados de su mascota le causaron ternura. Soltó un gemido confirmando que estaba bien y que necesitaba de sus mimos, cargó a Kero y dejó que siguiera gimiendo hasta que lo llevó a la cocina para compartir de su cena.
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[Finalizado] Giro del Destino [Temporada 1]
Fanfiction¿Te imaginas que un dia para otro tu vida cambie? Esta es la historia de una joven que fue transportada al mundo de Saint Seiya con el fin cambiar el destino de un mundo distinto al que conoció. Viajando tres siglos al pasado conocerá que la existen...