[32] Al final de todo

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Ambas se mantuvieron escondidas, a merced de guardar el mas absoluto silencio y a la espera de lo que podías ser tal vez la primera y única vez en sus vidas. Las dos mujeres se apegaron mucho más contra la roca, esperando quizás que alguien fuera en su búsqueda, más una de ellas, la que poseía el cabello negro y atado en una coleta se mantuvo en guardia y lista para atacar.

Él le había ordenado no salir de allí, que no hiciera nada estúpido en su ausencia y que pronto volvería por ellas para huir de aquella zona en que estaban atestados de seres que no identificaron, aunque para Gioca resultaban ser similares a los cuentos que leyó acerca de la Isla de la Reina Muerte.

—No te preocupes, todo estará bien, te lo aseguro—le dijo la chica a la joven florista que aguardaba contener el miedo—. Manigoldo nos salvará.

—¿Y si algo le ocurre? Por Athena, es mi mejor amigo.

—Es tan duro como roca, ten fe que sobrevivirá—si no fuera que él le explicó quien era Agasha, seguro hubiera mantenido cierto celo por ellos—; además en tu condición no puedes arriesgarte, él se sentiría culpable.

Gioca se sentó a lado de Agasha, allá en la oscuridad del bosque, dentro de un viejo árbol que parecía morir en cada momento. Habían viajado a Italia para inspeccionar una vieja catedral, aunque el hecho de encontrarse con la chica rebelde fue porque la florista era habilidosa en la medicina y, en vísperas de invierno, muchos niños del orfanato enfermaron gravemente. Manigoldo las presentó, acción que en un segundo provocó confusión en la chica de cabellos oscuros por la razón más obvio al oír a una anciana mujer que la dulce griega estaba gestando.

Se sintió idiota, Gioca no pudo ocultar que alguien le había ganado en la conquista a Cáncer, pero por alguna intuición femenina, Agasha le explicó la relación que había entre ellos, y él por supuesto dio su palabra que solo veía a la chica como una hermana menor además de ello era la mujer de su mejor amigo, o al menos eso intentaba creer ambos.

—¿Te sigue doliendo? —preguntó la italiana al darse cuenta de la expresión de sufrimiento de la fémina.

—Me arde y siento que quiere salir algo de mí—gimió al tocarse el vientre—. Tengo miedo Gioca, no quiero…

—No lo perderás, te lo juro, no perderás a tu hijo aun cuando esa vieja loca te haya dicho que no podrás salvarlo.

Agasha no podía aguantar las ganas de llorar, pero tampoco tenía opción de soltar un escandaloso grito en pleno bosque, donde estaban ocultas, huyendo del enemigo y oyendo la batalla que se desataba entre Manigoldo de Cáncer y el tipo extraño que intentó asesinarlo. Pero la florista estaba demasiada herida para pensar, y fue un duro golpe cuando se enteró de su estado que, a pesar de amar a un hombre, le iba a costar sobrevivir con el rechazo y asimilar que estaba esperando el hijo de Albafica de Piscis, peor aún en aceptar vivir con el miedo de que todo fuera riesgoso.

Tal vez por esa razón tuvo dolores infernales durante las últimas semanas, sensaciones extrañas que no pensó se debía sentir solo por tener un niño creciendo en el vientre más aun en que sus vómitos fueron señal de que algo estaba mal. Eso la asustó y fue peor cuando la anciana, que cuidaba el orfanato en que Gioca era benefactora, le comentara que llevaba un muy riesgoso embarazo como para tener ese bebé.

“Su padre es símbolo del veneno más peligroso del mundo”, fue lo que pensó al sobar su vientre que aun no crecía, pero sabía que su pequeño estaba formándose lentamente, tal vez por eso sentía esa sensación de miedo y alegría, de pena y algarabía; sin embargo, algo no iba bien en su salud, sentía fuertes mareos, así como el hecho de sudar frio para aguantar las ganas de vomitar.

[Finalizado] Giro del Destino [Temporada 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora