[4] Cálido terror

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Parpadeó varias veces. Apenas vio algunos rostros desconocidos que la observaban con detenimiento, luego no recordó nada.

No supo cuánto tiempo llevaba así, pero volvió abrir los ojos aunque todo lo veía borroso. Un hombre estaba a su lado, por la larga cabellera albina pudo constatar de que se trataba del señor Sage, luego perdió el conocimiento.

Un dolor agudo le ardió desde lo más profundo de su ser. La obligó a despertar. No sabía en donde se hallaba. Sentía mucho frio, pero no había nadie. Su cuerpo no respondió y por eso logró desmayarse.

Alhena no sabía lo que ocurría pero estaba siendo consciente de que todo le estaba dando vueltas y que esperaba despertar de esa pesadilla. Lo necesitaba porque su garganta comenzó a exigirle un poco de agua fresca, ya no sentía tanta molestias pero aun así estaba muy agotada.

—Estará bien, no te preocupes mucho—Dohko cerró las ventanas de la habitación. El mal clima aún perduraba sobre el Santuario—. Deberías pedir que le preparen algo bueno de cenar.

—Tener fiebre no es algo como para tomar a la ligera—el caballero de Aries sumergió un pañuelo dentro del tazón de agua bastante fría—; tal vez deberíamos informarle a su Santidad.

—Degel dijo que debemos esperar a que la medicina de efectos positivos—Libra observó con cuidado a su amigo, por un momento le pareció curioso que él se preocupara tanto—, además logramos lo más importante de todo esto.

—Si no hubiese sido por Deuteros, ella estaría peor.

—Pero nada malo pasó—intentó apaciguar al cordero furioso—; deja que duerma, además Agasha dijo que era parte del proceso de recuperación. Debe dormir, nada más.

Shion frunció el ceño pero no se apartó del lado de la joven, pasó su mano por la mejilla enrojecida de la muchacha temiendo que la fiebre la doblegara mucho más. Sabía que ella sufría y por ello se llenó de frustración. Por su parte, Dohko manifestó tristeza por su amigo, nunca antes lo había visto así, muy esmerado y preocupado como si fuera su culpa entera de lo que estaba ocurriendo.

—Iré por Degel ¿de acuerdo? Cuídala mientras voy en su búsqueda.

El lemuriano asintió en silencio sin despegar la mirada de la joven muchacha. Lucía pálida, delgada y aunque la herida atroz llegó a curarse por completo, aún quedaba una cicatriz que seguramente lo llevaría hasta sus últimos días. Suavemente pasó una mano sobre los cabellos de Alhena, los retiró de la frente para poner un pañuelo húmedo.

—Sh-Shion—entonces ella musitó con el esfuerzo de abrir los ojos. Logró visualizar al joven caballero aunque no llevaba su armadura dorada.

—Tranquila, estarás bien.

—Tengo frio.

—Ardes en fiebre—sonrió tiernamente a la vez que jalaba otra cobija para arroparla—, ¿deseas algo de comer o beber?

—Solo agua—intentó sentarse pero él la detuvo—, puedo sola Shion aunque me siento tan débil como para pararme.

—Siéntate con cuidado—la ayudó y le entregó un vaso con agua fresca—. Si lo preguntas, estamos en la habitación que el Patriarca te designó, llevas más de una semana durmiendo pero lo bueno es que lograron sellar esa herida.

—Ya no siento dolor, ni molestia—se tanteó la herida solo para darse cuenta de que algo allí afirmaba su recuperación—. Es una cicatriz, lo bueno es que en mi época existen tratamientos para desaparecerlos.

—Gracias a Degel y Asmita se logró sanarte.

—¿Degel? ¿Quién es él? Me suena a comida.

Shion intentó contener la risa aunque llegó hacerlo porque Alhena también lo hizo. Sin embargo, la puerta de la habitación se abrió logrando aplacar las carcajadas; la joven vio a Dohko y luego a un hombre de cabellos largos y color aguamarina, portaba unos anteojos aunque su expresión seria le causó incomodidad.

[Finalizado] Giro del Destino [Temporada 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora