Casa

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Cada vez que volvía a mi casa las horas de trabajo encerrada en el hospital merecían la pena.
Aparqué el coche en el garaje y crucé por el jardín hasta la puerta principal. No me gustaba utilizar la entrada del garaje. Además, mi secreto me esperaba tras la puerta principal con su arrebatadora sonrisa. Subí los cuatro peldaños que me separaban de mi hogar y abrí la gran puerta blanca.
—¡Mamiiiiiiiiiiii! —Sonreí cuando escuché a la pequeña llamarme. Un pequeño remolino vino corriendo hasta la entrada y saltó encima de mi cuerpo abrazándome. Mi alma brillaba cada vez que veia a esa niña. —Bienvenida, mami.
—¿Has sido buena? —pregunté revolviendo su larga melena negra. Sus ojitos oscuros brillaron orgullosos.
—¡Pues claro! Mami trabaja mucho y Noa no puede molestarla.
Sonreí. Me parecía adorable que hablase de ella en tercera persona. Y pensar que iba a cumplir 19 en dos semanas. Pero era tan bajita y delicada que aparentaba bastante menos.
Noa me arrastró hasta el baño. La bañera estaba llena de agua caliente con mucha espuma.
—Sé que mami trabaja mucho, por eso fui buena y hoy quiero cuidarte yo a ti.
Sonreí llena de ternura. Me metí en la bañera tras desnudarme y puse a la chica entre mis piernas. La abracé por la espalda.
—Gracias, peque. Te has portado muy bien. Mereces un premio.
—No mami, hoy te mimo yo a ti.
—Princesa, sabes que no me gusta que no me dejes cuidarte. ¿Quién es la mami aquí?
—Tú pero...
—¿Quién es la pequeña que tiene que dejarse mimar? —pregunté interrumpiéndola.
—Noa...
—¡Qué no se hable más!
Froté con dulzura el cuerpo de mi pequeña usando su esponja rosa favorita. Era muy suave. Probablemente estéis pensando que estoy enferma, pero Noa y yo tenemos una relación mucho más sana que las de muchas otras personas. Nos respetamos la una a la otra y las necesidades de cada una. Ambas estamos cómodas con estos roles.
—¿En qué piensas, mami?— su vocecita interrumpió mis pensamientos.
—En lo guapa y buena que es mi princesita.
Se giró para mostrarme su amplia sonrisa. Me dio un beso suave en los labios.
—Te quiero, pequeña.
—¡Yo más!
Tengo un oscuro secreto del que nadie se puede enterar. Su nombre es Noa y hace que la vida tenga sentido. Vuelvo a casa cada día solo por ella.


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Mi oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora