1 de febrero

198 18 0
                                    

El 1 de febrero es una fecha muy especial en nuestra relación. Fue el día que volví a ver a Noa después de un mes de mucho drama y llanto. Me resultaba gracioso porque la había conocido también el primer día de un mes.

Con su radiante sonrisa y sus saltitos adorables, mi princesita me sacó de los brazos de Morfeo a las 6:30 de la mañana.
-Hoy hace 3 años que me salvaste de morirme de tristeza.
Sonreí entre bostezos y un cansancio considerable. Tiré suavemente de ella hasta que cayó sobre mi cuerpo y descansó su cabeza en mi pecho.
-Te quiero- susurré volviendo a cerrar a los ojos mientras la abrazaba fuerte. Si Noa dijo algo más no lo sé, pues lo siguiente que oí fue la alarma del móvil a las 7:30.

Fui a trabajar como cualquier otro día, habiéndome despedido de la pequeña con un beso y su promesa de portarse bien. Cuando al fin logré salir del hospital eran las 8:30 de la tarde. Me dolía el cuerpo, la cabeza y el cansancio. Abrí la puerta de casa con la mejor de mis sonrisas.
-Vamos a cenar, peque. ¿Dónde quieres ir?
-¡¡Burguer!!
-Como quiera mi princesita. -susurré besando su frente. Cenamos en nuestra hamburguesería favorita charlando y riendo, ocultando mi cansancio y dolor. Cuando llegamos a casa, Noa me llevó hasta la habitación. Para mi sorpresa, no quería jugar.
-Sé que estás cansadita, mami. -susurró enseñándome la habitación. Había velas aromáticas e incienso sobre los muebles, aceites de masaje y pétalos de rosa sobre la cama. -Hoy Noa va a mimarte. Y no pienso aceptar un no por respuesta. Así que túmbate ahí, señora. -ordenó con el tono más serio que había conseguido. La obedecí después de encender las velas y el incienso, no quería que se quemase. Tras poner música se sentó al final de mi espalda desnuda. Sentí sus pequeñas manos untadas en aceite de coco deslizarse en mi piel. Me susurró las palabras más bonitas del universo a la par que mimaba mi maltratada espalda. Me dormí sumida en el placer de tener a mi pequeña acariciándome, el olor de la estancia acunándome y la música transportándome a lugares muy lejanos.
Amanecí en mi día libre con el olor de gofres y café recién hechos.
-Te estás pasando. Yo soy la mamá.
-Y por eso mereces todo esto.
Sonreí.
-Gracias-susurré. -Te amo.
-Y yo a ti.

Mi oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora