Noa escribía en su portátil mientras era abrazada por mí entre mis piernas. Era una historia cursi e infantil de amor. Su estilo tan característico había llamado la atención a las editoriales con solo 17 años. Mantenían su identidad en secreto diciendo que era tan solo una niña de 10 años, lo que satisfacía notablemente a mi pequeña princesa.
Bufó molesta apartando el aparato.
—¿Qué ocurre, pequeña?
—No sé describir bien este beso— protestó. —Tengo que entregarlo mañana y...
Sus quejas se callaron bajo el ardiente beso que le había arrebatado cuando me miró para hablarme. La empujé con suavidad y cayó sobre el mullido colchón. Me miró sorprendida esperando otro beso. Acaricié su mejilla con amor y mimo. Despacio. Deleitándome con cada centímetro de su suave piel. Cargué mi peso en el antebrazo izquierdo para arrebatarle otro beso. Suave y delicado. Disfrutando de la calidez y ternura de mi peque.
—¿Te vale para usarlo como modelo? — Asintió.
—Más— pidió.
—¡De eso nada pequeña vaga! Ponte a escribir. —ordené mientras atacaba a cosquillas su tripita.
—¡Para!— gritó entre carcajadas. La liberé y me alejé de ella.
—Cuando termines, jugaremos. —le prometí con una sonrisa antes de irme.El primer sábado de cada mes tenía día libre en el trabajo, así que solía aprovecharlo para estar con Noa. Aunque aquel día ella debía escribir su novela y no podríamos jugar demasiado.
Preparé una pizza cuatro quesos, la favorita de mi pequeña, y fui a avisarla. La encontré durmiendo en la cama con el portátil a un lado y el capítulo terminado. Su cuerpecito estaba cubierto por una camiseta mía morada que le quedaba enorme a modo de vestido, estaba levantanda y se podía entrever unas bragas rosas con estampado de cerezas. Estaba estirada ocupando toda la cama.
—Arriba, princesita. —susurré besando su frente. —Mami ha hecho pizza.
—¡¿Casera?!— preguntó levantándose de golpe. Qué adorable era (y es).
—Casera— confirmé cargándola en mis brazos. La llevé hasta la cocina y la senté en su silla favorita. Comimos mientras me hablaba de su obra.
—...pero resulta que Juaquín es en realidad una chica y se pelea con sus padres... —dijo a toda prisa. Era increíble lo mal que hablaba pero lo bien que escribía. Sonreí con ternura.
—¿Te gustó la pizza?
—¡Sí! Me gusta todo lo que hace mami.
Sonreí y la volví a cargar en brazos para llevarla a la habitación.
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Mi oscuro secreto
RomanceTengo un secreto que nadie puede conocer. Sería el final de mi carrera, de mi vida, de mi sueño, del poder. A mis 25 años soy una importante cardióloga en un hospital de prestigio. Todo el mundo me respeta, porque no conocen mi secreto.