Te quiero

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Conduje tan rápido como las normas de tráfico me lo permitieron. Llegué a casa de Noa justo después de que Enrique se hubiera llevado a su mujer a cenar para que nosotras pudiéramos hablar. Timbré con nervios. Tardó varios minutos en bajar a abrirme la puerta, llevaba un pijama azul de gatitos, la mirada triste y el ánimo desganado. Estaba destrozada y no podía ver la alegría y la belleza interior de la que me había enamorado. Hasta parecía adulta.
—Princesa... Sonríe que no te quiero ver así...— susurré. Cuando se dio cuenta de que era yo, sus ojos se iluminaron y brillaron hasta que rompieron en llanto mientras se aferraba a mí, desconsolada. —jamás voy a abandonarte, ni dejar de luchar por ti.— Sujeté su cara con ambas manos para que me mirase. Le limpié las lágrimas con las yemas de los dedos —Jamás voy a irme de tu lado. Te quiero.
Mis palabras retumbaron por el ambiente. Mi niña me miraba con los ojos muy abiertos. Habían pasado 7 meses desde que la conocía y este era mi primer "te quiero". No me gustaba usar esas palabras a la ligera, aunque ella no lo sabía y se había preocupado en algunas ocasiones por este motivo. Pero yo creía que hacía que perdieran el valor real de este sentimiento si era repetido una y otra vez. Estuvimos juntas durante horas, abrazadas en su cama con caricias y susurros. La había echado muchísimo de menos y necesitaba aquello, la necesitaba en mi vida.
—Cuando cumplas 18 te llevaré a vivir conmigo. —prometí

Mi mami me quiere

Creí que era una broma. Mami me había dicho "te quiero" justo cuando creí que no la volvería a ver. La miré fijamente sin creerme lo que acababa de pasar. Le había dicho esas palabras muchas veces sin recibir una respuesta parecida. Había llegado a creer que jugaba conmigo y solo me usaba como una muñequita. Después de  7 meses con ella, esta fue la primera vez que oí esas palabras salir de su boca. Fueron especiales, mucho más que si lo hubiera dicho en otro momento. Parecía que había guardado esa bala para matar mi sufrimiento en el momento más adecuado .
—¿Qué?— susurré incrédula.
—Te quiero.
Fui feliz. Muy feliz. Las lágrimas vinieron a mis ojos y lloré varios minutos abrazada a ella sin saber qué decir. Había venido a por mí. "Me llevo a tu madre a cenar, quizás el silencio sea bueno para pensar" había dicho mi padre antes de irse. Me di cuenta de que mi padre había aprobado esta relación y de que mami me amaba y lucharía por mí.

Mi oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora