Hogar

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Noa era mi familia, ella formaba mi hogar. Era mi pequeña amante, mi hija, mi familia. Probablemente sea enfermizo para la gente común. Por eso es mi secreto. Pero no nos importa. Fingimos ser normales fuera pudiendo ser nosotras mismas dentro. Liberándonos así de la carga hipócrita de la sociedad. Y lo más importante: nadie se volvería a burlar nunca más de mi bebé. Me encargaría personalmente de ello.
Una vez limpias sequé primero el pequeño cuerpo de mi princesa y después el mío. Peiné y sequé su largo cabello.
—Para cenar hay lasaña, tu favorita, mami. De berenjenas y extra de queso.
Abracé por la espalda a la chica agradeciéndoselo.
—Gracias princesa. Hoy te has portado muy bien.
—Quiero un premio.
—¿Sí?— pregunté divertida — ¿Qué clase de premio?
— El que mami quiera darme.
Sonreí pícara y la abracé por la espalda.
—Primero vamos a cenar, a ver cómo de rico cocinas, pequeña.
Le até el pelo en dos trenzas para que no se enredasen y fuimos a la cocina. La lasaña estaba deliciosa. Ni siquiera quedaron sobras para el día siguiente. Noa sonrió satisfecha abrazándome.
—Si te ha gustado tanto el premio tiene que ser mayor.
La cogí en brazos sonriendo. Su pequeño pecho se aplastó contra el mío mientras me abrazaba. La pequeña me mordió la oreja. La solté contra la cama y me puse encima de ella.
—A mami no se le muerde o pagarás las consecuencias. —amenacé suavemente.

Mi oscuro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora