Toda tuya. (Segunda parte)

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Corrieron por el bosque sin objetivo alguno, solo corrían... alcanzandose para luego soltarse y seguir corriendo.
La noche relucía sobre las copas de los árboles y a veces sobre sus cabezas, pero a pesar de ello, ellos corrían como si nada pudiera alcanzarlos.

Rin corrió y atravesó un montón de espesos arbustos y pasó velozmente entre un montón de árboles que crecían juntos. Finamente se detuvo.
Frente a ella estaba aquel enorme y frondoso árbol en el que se había quedado dormida junto a Sesshomaru la última vez hace cuatro años... junto al que despertó sola...
Se acercó al árbol y con sus manos tocó el tronco, era fuerte y hermoso, miró hacia arriba y pudo ver la media luna que se formaba entre los árboles y ahí, el cielo estrellado...
Rin había buscado ese lugar por mucho tiempo, jamás había podido encontrarlo nuevamente... siempre pensó que cuando lo encontrarse, seguramente volvería a ver a Sesshomaru; y ahí estaban de nuevo... como si para encontrar aquel lugar debieran de estar juntos.
Rin siguió frente al árbol, acariciando el tronco, cuando Sesshomaru se acercó a ella por su espalda; acarició sus brazos, acercó su rostro a su pelo e inhalo su aroma, con su mano pasó el largo y oscuro cabello de Rin hacia un lado y besó su cuello descubierto; Rin se dio la vuelta y se encontró con la boca de su amado demonio, quien la besó suavemente al principio, luego lo hizo más apasionadamente y comenzó a avanzar, obligando a la chica a retroceder y poner la espalda contra el árbol.
Rin puso sus brazos al rededor del cuello del Yokai y este, pegó su cuerpo al de ella. Nuevamente el calor de sus cuerpos aumentó, pero comenzaron a temblar... una terrible sensación de no poder respirar los invadía a ambos, haciendo que sus respiraciones se agitaran junto con sus corazones.
Rin sentía que no podía seguir de pie y Sesshomaru pareció leer su cuerpo, ya que nuevamente la levantó y puso las piernas de la joven al rededor de su cintura; lentamente se apartó del árbol, sin dejar de besar a Rin y aferrarse a sus piernas como si le fuera a ser arrebatada.
El Yokai se inclinó lentamente y apoyando sus manos en el suelo, soltó a Rin sobre la fina y fresca hierba que crecía en aquel lugar.
Una vez ahí, Sesshomaru besó el cuello de su amada, ella miró hacia arriba y pudo ver la parte alta del árbol... vio el final del gran tronco y vio las frondosas hojas dispersarse en el cielo... sintió como el demonio bajaba lentamente una de las mangas de su kimono, descubriendo su hombro y besándolo, luego se detuvo y levantó la mirada hacia ella. La miró fijamente, como suplicante, como pidiendo permiso, la joven puso sus manos en el rostro del demonio, luego llevó una a la parte posterior de su cabeza y lo acercó a ella suavemente, puso su boca cerca de su oreja y susurró:

------ Toda tuya.

Sesshomaru volvió a besar los labios de la chica y lentamente retiró el kimono que la cubría.
Besó su cuello, sus hombros y olfateo cada rincón.
Besó su pecho, sus costillas y su abdomen... el olor de Rin le resultó embriagador: cada beso que le daba y cada vez que se llenaba de su aroma era un paso más lejos de toda su cordura y su control.
Tomó sus espadas y las lanzó a un lado; el torso desnudo de Rin se incorporó y con una de sus manos tomó el cuello de la ropa del demonio, tiró ligeramente de el y atrajo sus labios hacia los suyos.
Rin pasó su mano bajo su vestido con la otra mano y sacó su daga, lanzandola también junto con las espadas de Sesshomaru; luego llevó ambas manos a los hombros del demonio y tiró de las mangas de su ropa dejando el fuerte torso del Yokai completamente descubierto.
Sesshomaru abrazó a Rin poniéndo su cuerpo contra el suyo fuertemente; Soltó sus labios un momento y la levantó un poco, poniendo su rostro en el pecho de la joven; de ahí la besó hacia arriba para llegar nuevamente a su boca.
Ambos estaban envueltos en una interminable oleada de suspiros y suaves gemidos de mero placer, aún así, Sesshomaru alcanzaba a manejarse lo suficiente para no hacer daño a la frágil humana.
Una vez sus bocas estuvieron juntas de nuevo, Sesshomaru volvió a recostar a Rin en el suelo, besándola más apasionada y desesperadamente que antes y utilizando sus manos para explorar la suavidad de la piel de Rin. Finalmente bajó hasta sus caderas, en donde aún la cubría el kimono y lo deslizó suavemente hasta deshacerse por completo de él.
Ella pasó sus manos por la fuerte espalda del demonio y llegó a su cadera, ahí tiró del resto de las ropas del Yokai y se deshizo de ellas por completo.
El blanco cabello de Sesshomaru caía hacia adelante como una gran cortina plateada y se mezclaba con el oscuro cabello de Rin en el suelo.
Estaban completamente desesperados uno por el otro; cada desesperada bocanada de aire que alcanzaban a tomar se iba en un suspiro, un gemido o un grito ahogado.
Comenzaron a frotar sus cuerpos en busca de un contacto que hubiesen pensado, no podía ser mayor.
Desesperado por sentir a Rin con cada fibra de su cuerpo, Sesshomaru arranco las vendas que cubrían sus heridas, de estas solo quedaban unas marcas oscuras.
Rin subió su pierna izquierda y la apoyó en la cadera del demonio, este la sostuvo por debajo con su mano...
Sesshomaru dejó de besarla y nuevamente la miró a los ojos... vio su rostro perlado en sudor y su pecho agitado... ella le dedicó una dulce sonrisa...

Aclisolar II :  Luna Llena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora