Capítulo 4

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Es la primera vez que Alex hace una interrogación solo. Sarah está en la morgue viendo el cuerpo de la víctima.

- Dígame Sr. Stuart, ¿qué estaba haciendo en aquel almacén? Un hombre tan elegante en un lugar tan apartado de la civilización.- Ray Stuart, director de una gran empresa; Ray es menudo, calvo y lleva unas gafas de pasta.

- Ya se lo dije a sus compañeros, yo no maté a Kayla.

-¿Quién ha dicho nada de matar? Señor Stuart, no se lo volveré a repetir, ¿qué estaba haciendo usted en aquel almacén?

- ¡Está bien! Pero no puede decírselo a nadie.

- Señor Stuart, dado que es sospechoso de un homicidio; no creo que esté en condiciones de negociar.- el hombre está empezando a sudar, se le nota en la calva.

- Estaba allí porque quería comprar algo de, ya sabe...

-¿Droga?- Ray asiente sin mirar al detective, a Alex le da igual eso.

- ¿A qué hora compró la mercancía?

- A las 22:30, a las 23:00 ya estaba en casa.- Alex le mira fijamente, este tío no pudo matar a Kyla; no podría ni con una mosca.

-¿Y qué me dice de su camello? Necesito contactar con él.

- No hay problema, le apunto su número.- Alex se despide de Ray pero le pide a unos compañeros que no lo pierdan de vista.

- Hola Alex.- Sarah acaba de venir de hablar con Rose.

- Hola Sarah, dime que tienes buenas noticias. Este caso es horrible.

- Pues Rose me ha enseñado las heridas de bala de Kyla; pero fue torturada antes de recibir el disparo en el abdomen.

- Entonces, ¿tiene huellas en su cuerpo?

- Me temo que no, estamos ante un profesional Alex.- los compañeros se sientan y miran la pizarra; realmente odian cuando se bloquean en algún punto.

- Por cierto Alex, ¿qué pasó después de que Rose se marchase? No me acuerdo de nada.- Alex mira a Sarah y sonríe, si ella supiese...

- Te tuve que llevar a tu casa, incluso hablaste en sueños.

- Es no es verdad, yo no hablo en sueños. Lo dices para molestarme.- Sarah le saca la lengua y se pone a buscar en su ordenador; la mañana pasa rápidamente.

- La hora de comer, ¿Dónde vamos hoy?- Alex mira cómo su amiga manda mensajes por el móvil.

-¡Sarah!- Ésta se sobresalta, mira a su amigo el cual le espera algo impaciente.

- Lo siento Alex pero he quedado con un amigo.- Alex siente una punzada en el pecho.

-¿Qué amigo?- Alex se da cuenta del tono de su pregunta y eso le molesta a Sarah que ahora se pone su americana.

- Pues uno, lo conocí anoche antes de que llegases, se llama Josh; nos vemos después.- Sarah se marcha sin mirar a su compañero.

Kate, que lo ha visto todo desde su despacho sale a hablar con su hijo.

- Cielo, ¿qué ha pasado?- Alex está enfadado, Sarah ya le ha dejado más que claro que no está interesado en él. Le besó porque iba borracha.

- Nada mamá, me voy a comer.- Beckett sabe que su hijo no está bien pero si quiere estar solo no insistirá más. Alex se acerca a la mesa de Leo, la cual está mirando su ordenador.

- Hola Leo.- la chica se sorprende por ver a ese tío tan guapo hablando con ella.

- Hola...Alexander.- Leo se coloca el pelo detrás de la oreja, no puede creerse que el hijo de Beckett esté hablando con ella.

- ¿Te apetece comer conmigo?- Leo casi tira su boli al suelo, eso sí que no se lo esperaba y menos de uno de los mejores detectives de la 12th.

- ¿No comes con Sarah?- Leo observa cómo el rostro de Alex cambia, ahora está serio y da miedo.

- Ella tiene otros planes. Vamos, te invito a comer.- Leo se levanta nerviosa y camina al lado de Alex. Los dos entran a un bar que está cerca de la comisaría.

-¿Qué quieres comer?- Leo mira la carta, apenas tiene apetito, este hombre le enloquece.

- Un sandwich vegetal y una cola light.- Alex charla animadamente con el camarero; se pide un bocata de salchichas y huevo y una cerveza.

- ¿Dónde te vas a meter todo lo que has pedido?- Leo se arrepiente enseguida de lo que acaba de preguntar pero Alex sonríe.

- Es una respuesta sencilla, me encanta hacer ejercicio. Sobre todo boxear, es bueno para deshacer todo el estrés.

Alex observa a Leo, es una chica muy atractiva y responsable pero por mucho que lo intenta no puede quitarse a Sarah de su cabeza. Los dos terminan de comer; al salir del bar Alex se tropieza con Jenny.

-¡Alexander! ¡Estás guapísimo!- La mujer le da un fuerte abrazo y dos besos.

- Hola Jenny, ¿cómo vas?

- Acabo de salir de la comisaría, mi Sarah me ha pedido que le lleve la comida.- Alex abre los ojos como platos, ¿acaba de escuchar bien?

Incluso en los peores días es posible la alegríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora