Capítulo 18: Becky

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"No puedo ser catalogada de loca, pues sé que no lo soy. Yo diría que debiese ser catalogada de enamorada... Sí, eso es, una chica enamorada, pero por ningún motivo loca. Mis acciones así lo demuestran, acciones propias de alguien enamorada y que sé que cualquiera estaría de acuerdo conmigo si es que justifico mi accionar y todo lo que hice.


Viajaba ese día en el metro. Miraba distraídamente por una de las ventanas viendo todos aquellos folletos amarillos volando por toda la ciudad, preguntándome que es lo que decían. Tenía mi pandero en mi regazo, sujetado con una de mis manos. Fue en esos momentos que el metro se detenía en una de las estaciones, pero ahí no me tenía que bajar, así que permanecí sentada en mi puesto mirando aquellos folletos. Mi vista se desvió de la ventana al oír una serie de golpes en la puerta que acababa de cerrarse y el metro volvía a avanzar. Fue ahí que mis ojos vieron por primera vez a Lance. Lucía gracioso con uno de esos folletos clavados en las púas de su espalda. Me parecía que iba con alguien y que se quedó en la estación, pero dejó de pensar en eso al ver que de manera irremediable nos alejábamos de ella. Me llamó la atención que fuera un puercoespín igual que yo, no somos una especie muy común en la ciudad. De inmediato noté el estuche de guitarra que tenía, dándome cuenta de inmediato que también era músico. Se me ocurrió ver si podía llamar su atención de alguna manera, así que tomé más firmemente mi pandero y lo agité una vez, esperando que el sonido le llamara la atención, cosa que funcionó casi de inmediato, ya que giró su cabeza hacia donde yo me encontraba sentada. Vi como es que sus ojos se quedaron clavados en mí, al mismo tiempo que yo le dirigía una sonrisa, causando que se acercara y se sentara junto a mí.


Aquello fue amor a primera vista.


Me dijo que su nombre era Lance y que era músico. Me fijé en como vestía, en el estuche de su guitarra, con varias calcomanías pegadas en él, incluso me fijé en sus dientes frontales, ligeramente chuecos. Lucía bastante atractivo. Durante todo el viaje la pasamos conversando muy animadamente, de inmediato me encantó su actitud y su personalidad. Era rebelde, era rudo... pero especialmente, era un tonto. Era perfecto para mí. Sentí que a él también le gustaron algunas cosas de mí, tal vez mi vestuario a la moda, o como me arreglaba las púas sobre mi frente, lo hermoso que lucía mi rostro. Ambos éramos los únicos puercoespines del vagón. Era cosa del destino. De pronto nuestra conversación se interrumpió al momento que oímos que su teléfono comenzaba a sonar en su bolsillo, tal vez era quien quedó en la estación hacía un rato, pero él lo silenciaba para no interrumpir lo que decíamos. Tristemente nuestra conversación terminó cuando nos acercamos a una estación. Me tenía que bajar en ésa. Quedamos en volver a reunirnos luego de darle mi número de teléfono. Un par de animales se bajó conmigo en esa estación, y todos ellos se dirigieron rápidamente a la salida, pero yo no, sentí que me quedé un rato ahí, disfrutando la manera en que mi corazón latía de júbilo dentro de mi pecho.


El resto de ese día pasó, y Lance no pudo salir de mi cabeza, mi teléfono lo tuve a mano durante ese día y los próximos dos días, esperando en cualquier momento que me llamara. Sabía en el fondo que lo haría, sabía que de alguna manera le gusté. Y finalmente tuve razón, ya que el mismo día que estaba toda la algarabía por la ciudad de las audiciones en el teatro Moon, luego de todas las audiciones y siendo ya de noche, sentí como mi teléfono sonaba. De inmediato lo miré y vi un mensaje de él, diciéndome que al día siguiente estaría libre para reunirnos, ya que, según sus palabras, tomaría un día de descanso.


La reunión que tuvimos ese día, al día siguiente de las audiciones, fue en el parque de la ciudad, él traía su guitarra, yo traía mi pandero, y ambos caminamos durante un rato hasta que nos sentamos en una banca junto al estanque del parque. Lo primero que dijo fue que estaba seguro que nadie molestaría por teléfono, ya que, según sus palabras, su compañera de piso, la misma que quedó en el metro, estaría ocupada durante el día y no molestaría. Yo le sonreí y le dije que está bien.

Sing: Ash y Johnny, una impensada relaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora