Capítulo 2

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Alex.

Hablamos de nuestros sueños, con quienes vivíamos, Sophia me contó que vivía con una tía en el sur de la ciudad, vendía bombones para poder comer porque su tía estaba enferma y muy anciana. Me sentía muy frustrado. Confesó estar triste por la vida que llevaba y que muchas veces deseaba no haber nacido, me preocupó, pero luego la veía sonreír y eso era lo único que me importaba.
Hablamos de la escuela, enumeré las razones por la que no me gustaba mucho y empezamos una discusión de nuevo porque ella moría por estudiar.
Me dijo que deseaba hacer pintura, que quería aprender a escribir y a expresarse mejor.
Me hizo valorar ciertas cosas a las que no le daba la suficiente importancia. Por momento en la conversación Sophia cambiaba su semblante y yo trataba de hacer monerías para sacarle una sonrisa, al menos eso funcionaba.

Mi madre me había permitido verla una vez haya realizado mis compromisos aunque Robert debía estar pendiente de cada movimiento..."Era por mi bien" eso me había dicho cuando me había negado a Robert.

Nos interrumpió un gruñido de estómago y fruncí el ceño al notar de dónde provenía, miré instintivamente hacia ella quien se había quedado estática y algo sonrojada por la situación. Le sonreí pará que se tranquilizara un poco restando importancia.

—¿Tienes hambre?

—S-si es que no he comido nada hoy —se agarró el vientre mientras gruñía de nuevo.

Prácticamente a empujones me tocó obligarla a subir al auto y una vez dentro no quería bajarse, le había gustado.
Cuando llegamos a la casona, le pedí a Lucy que nos preparará algo de comer.

—Lucy, ella es Sophia. Mi amiga, te pido que la trates bien y que sobre todo, discreción con papá. Ya sabes cómo es—dije poniendo los ojos en blanco. Aveces papá exageraba con su sobre protección.

—Un gusto muñeca. Sobre lo otro... tú, mi niño. No te preocupes...
Tu mamá está en el jardín.—le guiñó un ojo a Sophia. Ella sonrió tímida.

—Gracias estaremos con mamá— le avisé.

Sophia se asombraba con cada cosa que le enseñaba del extenso jardín, incluso con los enanitos y flamencos de porcelana que lo adornaban. Me dijo emocionada que ya quería aprender a leer para sentarse y disfrutar de una buena lectura en un jardín como el mío. Mamá al ver el atuendo de Sophia quedó sorprendida mientras que ella se había avergonzado un poco, la alentamos para que hiciera uno de sus números y estallamos en risa. Por lo menos la timidez con nosotros se estaba desvaneciendo.

Lucy se presentó con unos sándwiches de atún, acompañados con jugo de naranja. Sophia comió como si su vida dependiera de ello.
Hubo un momento en el que tenía la boca demasiado llena y al notar que la veíamos sonrió dejando ver un poco de pan triturado y tragando, casi atorándose musitó un apenas audible "Lo siento".

Mi madre le restó importancia y prometió educarla para que cenara como se debe. Se puso en la tarea de enseñarle a leer y yo de vez en cuando ayudaba. Mamá insistió en que se duchara y probara unos vestidos que sus amigas regalaban de sus hijas para donarlos a fundaciones benéficas que mis padres respaldaban y Sophia se llevó varios de esos.

*****

Se volvió costumbre vernos todos los días y las veces que no podíamos me hacia falta esa chispa de alegría con la que cargaba Sophia.
Aprendí a quererla como mi hermana, y como había sospechado desde un principio. Nos hicimos buenos amigos.
Todo era perfecto, excepto las veces que Sophia llegaba con golpes, luego calmaba mi intriga diciéndome que se había caído y yo le creía. No tenía porque mentirme.

Cuando me empezaron a atraer más las chicas Sophia me daba consejos para conquistarlas, aunque no fuera una experta ya que Sophia era tres años menor. Mamá decía que los dos parecíamos novios, pero en realidad yo la quería de una forma fraternal, Me sentía en la absurda necesidad de protegerla y cuidarla, ese sentimiento no desaparecía.

EL DESPERTAR DEL FENIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora