Sophia.
Me sentía demasiado incomoda haciendo el show y con ese vestuario me sentía desnuda y vulgar. En realidad me sentía mal, pero cada vez que recordaba a Alex me llenaba de fuerzas para soportarlo ¿Porqué? Pues porque no pensaba hacer lo que a él le diera la gana, no quería que decidiera por mí y me tratase como su hermanita pequeña. Me había llamado puta de todas las maneras posibles, después de tantos años seguía humillandome y no se lo permitiría más, dejaría de revolverme en mi miseria y llorar por cada cosa que me pasara, estaba cansada.
Mis pechos se movían con cada salto que daba, los hombres estaban enloquecidos observando mi figura, ya no me daba tanto asco que me miraran, incluso me había acostumbrado, pero que me tocarán no podía aguantarlo. Así que trataba de no acercarme lo suficiente.
Desde aquí veía como Alex me aniquilada con la mirada y me hacía una seña de que me cortaría el cuello. Lo ignoré sacudiendo más mis caderas hasta que escuché como la canción se fue convirtiendo bruscamente en una balada. Alex levantó su trago hacia mí, sonriendo. ¡Maldito Alex! estaba saboteando mi show.
Me quedé parada en la tarima y los clientes me miraron algo confundidos esperando lo que haría.Si las miradas mataran Alex estaría muerto. Me decidí retirar, pero me dieron ganas de borrar su risita de satisfacción y me devolvi sonriendo, me agaché de repente suave y sensualmente acariciando uno de mis pechos a ritmo de la balada, jamas dejaría que el imbécil ganara de nuevo. No otra vez.
Me subí y luego me tiré al suelo acariciando mi cuerpo evitando la zona genital, aun no era tan atrevida. Cerré los ojos para evitar la vergüenza y me acaricié el trasero suavemente mientras que los clientes estaban extasiados con mi suave y sensual baile de cabaretera.
No quería ver a mis compañeros que siempre me vieron como una persona tímida que odiaba su trabajo no queria que pensaran que me había convertido en una reverenda puta, seguro creían que estaba sacando las uñas, pero le daría a Alex a la mujer que quería, más me incitaba demostrarle que no iba a poder conmigo.
Preferí cerrar los ojos continuando el lentos y sensual baile concentrándose únicamente en los movimientos que iban al compás de la baladas, mientras pasaba la mano por la nuca cometí una gran equivocación y fantasee que no eran mis manos la que me tocaban, sino las suyas. Eran las suyas; las que me aprisionaban los senos, los glúteos y mi abdomen. Era él recorriendo cada centímetro de mi piel, pasé delicadamente los dedos por mis labios imaginando que era él quien los estaba tocando. Quería ser suya, quería estar entre sus brazos. Lo amaba, nunca había dejado de hacerlo y ahora lo deseaba, lo deseaba tanto que estaba dispuesta a estar con él, a sentirlo y lamerlo. Quería que fuera mío, solo una vez, ¿Porqué no aceptar hacer el amor con la persona que amaba? Lo tenía claro, quería ser suya, salí lentamente de mi ensoñación al sentir que podían escuchar mis pensamientos y me di media vuelta finalizando el trabajo. Sentía al caminar una humedad en mi entrepierna y me encerré en mi camerino pegada a la puerta sudorosa. Nunca lo había hecho en el camerino, pero sentía la necesidad, la necesidad de tocarme y liberarme.
Puse seguro a la puerta y me miré al espejo. Me sonrojé de solo pensar en lo que haría, pero no había vuelta atrás, además no era al primera vez lo que hacía... antes ya me había tocado un poco.Me quité las prendas nerviosa y ansiosa del pecho con leves caricias, cerré los ojos porque así fácilmente podría fantasear con él. Abrí las piernas mientras lo hacía y mis pechos quedaron al descubierto, intente bajar mis braga, pero entonces sentí como unas manos fuertes me abrazaban posesivamente desde atras mientras yo seguía tocando la ureola de mis senos. Me asusté, pero luego de olerlo y sentir su hombría pegada a mi trasero supe que se trataba de él.
-No sigas... Me estás volviendo loco...- sus palabras fueron mi incentivo, para seguir acariciando torpemente mis pechos, se palpaba en el aire la tensión sexual. Jamás en mi vida me había sentido tan abrumada.- Fénix, no sigas...- volvió a pedir con su voz enronquecida, no abri los ojos y me dediqué a seguir, si lo hacía seguro y reaccionaría al verlo detrás mio y quería seguir así, quería sentirlo al menos una vez.
ESTÁS LEYENDO
EL DESPERTAR DEL FENIX
RomanceSophia, una niña de bajos recursos que sufre violencia intrafamiliar es obligada a trabajar día tras día por su explotadora tia. Una prostituta con cero sentimientos y amor hacia la pequeña niña. Alejandro, un niño que la vida le ha dado de todo. Un...