Capítulo 30

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Sophia.

Había una sensación que no se comparaba con ninguna, es una sensación que te producia un cosquilleo en todo el cuerpo, una sensación que hacia que tu corazón se agitara violentamente, te hacia sentir ansiosa, torpe, insegura, orgullosa, temerosa y sobre todo te hacia sentir completa.

Me sentía nerviosa al verme tan cerca de mi hijo, iba caminando detrás de la enfermera mientras Andru me veía através del vidrio, la enfermera se detuvo y me mostró a la personita que dormía plácidamente con un dedo en su boca, sonreí incredula ¿Es mi hijo? y luego sin poder evitarlos mis ojos picaron.

Era él el causante de todo el torrente de emociones que estaba sintiendo, verlo así tan tranquilo y tan inocente me hizo sentir que ya no necesitaba más de la vida para ser feliz, aparté de uno en uno mis demonios cuando bostezaba y se estiraba, pero no fue eso lo que me hizo sentir maravillada, no. Fué cuando lo colocaron en mis brazos y vi que no sabía siquiera tomarlo, me pidieron que lo alimentara y entonces con la ignoracia de la primera vez, lo hice. No hay una conexión más hermosa que esa, sientes que ellos necesitan tanto de ti, te da miedo tomarlos, tocarlos por miedo a lastimarlos, pero instintivamente crecen esas ganas de protegerlos del mundo, piensas que tus hijos jamás pasaran por todo lo que una vez pasaste tú, porque tú estarás ahí para recoger cada lágrima y limpiar cada herida que se hagan mientras los intruyes con amor. Esa sensación es incomparable con alguna otra, tienes a la personita por quién descubres darías la vida  y es la misma que te encierra en una burbuja, te eleva a lo más alto de una nube y te mantiene flotando entre arcoiris que mantienen tu vida llena de colores.

Con Step en mis brazos le sonreí desde el cristal al hombre que me miraba enternecido y orgulloso que de lejos me gesticulaba en silencio un los amo.

*****

Los meses que vinieron después del nacimiento de mi Step fueron llenos de aprendizaje, amor, paciencia y mucha responsabilidad. Ambos éramos un caos, pintaba poco por falta de tiempo, no quería una nana para cuidar a mi hijo aunque Mary y Felipe lo hubieran sugerido, en realidad quería hacerlo yo misma. Andru era el padre más sobreprotector de todos y el más paranoico. Si él lloraba ya se estaba muriendo de hambre, si se quejaba por un instante ya quería que lo examinaran en el hospital, en su paranoia casi siempre terminaba por asustarme y lo llevábamos, el doctor ya se sentía cansado de nosotros y estaba que nos enviaba a un psicólogo.

Nuestra relación se había solidificado y nos contábamos frecuentemente las cosas, habíamos creado un hermoso vínculo familiar, entendimos con el tiempo que una relación se basa en confianza, en comprensión y sobre todo debe estar llena de amor, ninguna es perfecta puesto que ninguna viene con instrucciones.

Andru y yo peleábamos como la primera vez que nos conocimos, pero a los minutos ya estaba de regreso al cuarto con cara de arrepentido y consintiendome mucho ,aunque cuando yo era la culpable casi nunca lo aceptaba,  pero terminaba buscándolo en las noches y le hacía el amor, nos hacíamos promesas mientras me poseia en las sombras de la habitación, juntábamos nuestras manos mientras el restregaba su barba rasposa por todos mis pechos y así entre estocadas y jadeos nos repetiamos cuanto nos amábamos hasta que al mismo tiempo los dos fundidos en el éxtasis que nos embargaba tocábamos el cielo juntos y luego nos quedábamos dormidos.

Al cumplir Step su primer año le celebramos  bautizo y cumpleaños, se decidió por medio de un sorteo la madrina, y la persona que sacó el papel ganador había sido Mia. Recuerdo que se había puesto como loca mientras las otras chicas celosas la aniquilaban con la mirada.

Jeremy había estado saliendo con Em me sentía feliz por ellos. Em era una buena chica, había sufrido tanto como yo, y por eso su naturaleza desconfiada y misteriosa. Pues nadie estaría feliz si creces en un ambiente familiar tóxico con la responsabilidad de hermanos menores que no hacían más que crearle problemas.
Había trabajado de mesera, había revisado en la basura para encontrar algo de comer y habia reciclado por las noches hasta que encontró a Gabriela quién le tendió la mano como a mí. Una noche que había venido a verme tocó nuevamente el tema que habíamos hablado en la clínica  y me había confesado porqué había hecho todo yo solo pude decirle.

EL DESPERTAR DEL FENIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora