Aléjate de Evans

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~*°~ON~°*~  

—Maldita sea James, te dije que debimos traer la bendita capa

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—Maldita sea James, te dije que debimos traer la bendita capa.

—¿Quiénes fueron los tontos que la perdieron? Volviendo la buscamos con calma. —El de lentes sacó un pergamino de su bolsillo—. Ten, Peter, fíjate si hay algún prefecto cerca.

El rollizo chico tomó el papel entre sus temblorosas manos y pronunció la frase elegida por unanimidad; luego de unos segundos, tragó saliva bastante desconcertado.

—Chicos... Uhm... Hay alguien siguiéndonos.

Los demás se apegaron exageradamente a Peter, colando sus cabezas para ver lo que revelaba el mapa.

—Ese Snivellus, se nota que le gusta el golpe —azuzó arisco el de ojos grises.

—Sal, Quejicus, ya sabemos que estás aquí.

La delgada y pequeña silueta del aludido se reveló de entre los muros gastados; ni por un segundo se amilanó, mantuvo la postura erguida y los ojos noche muy alertas.

—¿Qué hacen tan cerca de la biblioteca a estas horas?

—¿Y a ti qué te importa? —contestó Sirius—. Regresa a tu nido de víboras, murcielaguito, a menos que quieras una paliza antes.

—A ver si esta vez tienes el valor, Black; no me importaría caer si es que le bajan puntos a Gryffindor.

—Valdría la pena con tal de partirte la...

—¡Oigan, ustedes!

Todos los presentes se giraron tempestivamente hacia la diagonal para encontrarse con un prefecto de Ravenclaw; no lo dudaron ni un segundo, los cuatro jovencitos se hecharon a correr a lo largo del pasillo, escabulléndose por las columnas contiguas, evitando que el Ravenclaw identificara sus casas.

—¡Deténganse! ¡No me hagan usar un hechizo!

El Ravenclaw les lanzó un par con su varita que ellos esquivaron a las justas; Peter no sabía cómo lograba correr con tremenda tembladera en sus extremidades. Los ojos escurridizos de Severus encontraron una puerta alargada de un pálido color que se confundía con las paredes; sin dudar, sus pasos se desviaron hacia la susodicha para refugiarse; apenas se percató cuando los leones se escondieron con él.

—Largo, este es mi escondite.

—Perfecto, salimos ahora y te delatamos también ¿os parece? —refutó James con una incómoda sonrisa.

El lugar era estrecho, a las justas cupieron los cuatro, tomando en cuenta de que si Severus no fuera tan delgado y pequeño, no tendrían oportunidad de respirar. Sirius estaba contiguo al Slytherin, y con una escurridiza mirada, repasó el semblante mustio del pálido chico, impecable a pesar de estar en esta situación; contrario a Peter que parecía a punto de llorar.

La Luz del Príncipe [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora