Muffin de calabaza

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Sirius Black se sorprendió ese día. Luego del desayuno, se suponía que debió haber entrado a la clase de DCAO; pero al haber olvidado sus libros en la habitación, regresó a la Torre de Gryffindor como bala, literalmente. Subió las escaleras de dos en dos y recogió sus cosas. Pero antes de retirarse, un objeto extraño sobre su cama le llamó la atención.

No en la de Prongs, no en la de Moony, no en la de Wormtail, no. En su cama.

Un mini muffin yacía sobre su colchón, específicamente en el centro. Sirius no recordaba haberlo dejado ahí, y por un segundo pensó que podría ser cosa de Peter. Pero una nota pequeña se revelaba en la empaquetadura del mismo. Black quiso dejarlo de lado, pero la curiosidad le pudo más y sin pensarlo dos veces, tomó el bendito papel que no superaba un sexto de una hoja A4.
Cuando lo abrió, un texto en tinta oscura se escribió poco a poco.

"¿Eres un hombre o un gallina cobarde?" Se leyó claramente.

Sirius alzó una ceja, ¿qué clase de pregunta era esa? ¡Obvio que era un hombre, no cobarde, no!

—Un hombre, claro —respondió divertido.

Seguro era cosa de sus amigos o algo.

"Entonces, mañana a las 11pm demuestra que eres algo más que un imbécil, Black."

Y la nota de desvaneció como si estuviera hecha de cenizas.
Sirius estaba aturdido y curioso; algo así no pudo haberla puesto ninguno de sus amigos, eso estaba claro.

Pero si se seguía retrasando más, no le dejarían entrar a DCAO. Tomó el muffin de calabaza y se lo guardó en el bolsillo antes de correr hacia su salón.

...

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...

Severus revisaba las notas que iba recopilando con respecto a la poción matalobos, ya se acercaba el día en que debería empezar a prepararla para que Lupin la bebiera, durante la semana previa a la luna llena, claramente. Los ingredientes los habían conseguido de a poco, a veces acompañaba a Lupin para infiltrarse en la oficina de Slughorn y otras, no sabía cómo, pero el león conseguía todo lo que le pedía.
Tenía que admitir que este nuevo experimento —por así decirlo—, le entusiasmaba... y colmaba sus ansias curiosas.

No había clase en la que no estuviera al pendiente, excepto en pociones y transformaciones. En DCAO se había adelantado tanto debido a la escasez de profesores decentes en el curso, que se daba el lujo de prestar más atención a su nuevo proyecto que a la clase.

Lily Evans permanecía con un semblante frígido, mientras el profesor hablaba y hablaba. En realidad explicaba exitosamente el origen y los diferentes usos de unos cuantos maleficios útiles al momento de contraatacar. No era malo, de hecho era eficiente, pero muy ortodoxo.
Las chicas no dejaban de mirarlo y los chicos a veces cuchicheaban entre ellos. Potter no dejaba de estar alerta, pues si a Lily no le daba buena espina, debía ser por algo, su chica —según él— no podía estar loca.

La Luz del Príncipe [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora