La clave hacia la boca del lobo

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La escena dejó mudos a muchos.

Sirius, sin entender por qué, sintió un fuero caliente de rabia en el centro de su pecho. Pero, contra todo pronóstico, la ira iba hacia la chica, hacia su hermano.

Respiró una, dos, tres veces para calmarse e intentar comprender por qué estaba tan alterado.

Severus apartó a la dama con sutileza, estaba sorprendido y desconcertado; entonces sus ojos ónix analizaron el indescubrible rostro de su acompañante. No podía verla del todo, pero era fácilmente perceptible el rubor de su rostro.

—Lamento si no te gustó —se disculpó cabizbaja.

—No es eso... bueno... ¡Tampoco es lo otro!... es que... mira... yo... —Snape miró con disimulo para el lado donde estaba Evans, comiendo un pastelito al lado de Crosswald.

Y Regina lo siguió con la mirada, ella sabía perfectamente la enredada encrucijada amorosa que vivía Severus, y de alguna manera, respetaba eso.

—Descuida, dejémoslo así —dijo ella disimulando una sonrisa.

Cada asistente empezaba a ocuparse de sus asuntos. Y con el inicio de un nuevo vals, la pareja antes protagonista se desplazó fuera del centro de la pista de baile.

Un grupo de Gryffindor conformado por varones rompió en carcajadas cuando una rubia de Ravenclaw, caminó a pasos furiosos hasta llegar donde estaban Sirius Black y otra rubia; sí, la gemela.

«¡Demonios, me olvidé de la otra!»

Y plantándose en el piso con firmeza, le propinó una sonora cachetada que logró ladear el rostro del león hacia un costado. La otra hermana, entendiendo 'telepáticamente' a su homóloga, también le propinó una cachetada a Black en el otro cachete. Así, el par de gemelas se irguió, resguardando la dignidad que aún les quedaba y se fueron sin mirar atrás.

—¡Por fin recibiste tu merecido, Black!

—¿Te dolió el golpecito, Black?

Se mofaban algunos de Ravenclaw que estaban un poco lejos. Y eso solo aumentó las ganas de estrangular a alguien que tenía.

—Me confundí, no me pueden culpar por eso ¿o sí? —argumentó Sirius con una sarcástica sonrisa de lado, provocando las risas de varios varones de las diferentes casas.

Eso debía de ponerlo de buen humor, pero lejos de eso, se sentía frustrado y malhumorado. Peor aún cuando vio a su "hermano" llevarse de la mano a Snivellus fuera del comedor.

«Ah, no.»

El chico de ojos grises salió después de ellos, rastreando sus pasos con la profunda mirada de quererlos asesinar con un soplido.

Regina halaba de la mano al azabache, sin atreverse a mirarlo a los ojos; temía que se diera cuenta de su verdadera identidad. Y ahí sí que no iba a tener cómo excusarse más que con la verdad; y como iban las cosas, eso terminaría con Severus pidiéndole que se aleje.

Se detuvo en medio de un pasillo, cerca del patio, con los rayos de luna colándose de manera sutil. Regina tenía planeado decirle un par de cosas agradables a Snape, intentando apagar el fuero oscuro y depresivo que su amigo siempre tenía.

Severus simplemente estaba en plan "todo sea por los libros".

Justo estaba a punto de tomar el pálido rostro, cuando...

—¿Ahora acosas mujeres en solitario, Snivellus? ¿No te basta con Evans?

Ambos se giraron al reconocer la voz de Sirius Black con un amenazante timbre que le heló la sangre a la chica.
Los ojos noche de Snape se entrecerraron alertas, deslizando su mano disimuladamente hacia el bolsillo secreto donde guardaba la varita.

La Luz del Príncipe [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora