Novia de rumor

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Muchos curiosos estaban espiando cómo McGonagall regañaba a Evans fuera de la sala del director, la chica ya había salido de ésta y ahora era su jefa de casa quien tomaba cartas en el asunto.

Cuando Evans por fin estuvo a libre albedrío, caminó en dirección a la Torre de Gryffindor con un humor repelente hasta para sus propias amigas; fue James Potter el valiente que se le acercó aún a pesar de sus amigos.

—¡Lily! —llamó mientras corría hacia ella.

—¿Qué deseas ahora, Potter?

James se puso frígido, de pronto más nervioso que siempre gracias a la temerosa actitud de la pelirroja.

—Bu-Bueno yo... quería saber si estabas bien...

Lily resopló entre cansada y resignada, entonces entendió que no tenía que desquitarse con James.

—Estoy bien, James. Sólo necesito descansar un poco, gracias por preocuparte.

Y así, la chica ingresó a la sala común de Gryffindor tan rápido como la Dama Gorda se lo permitió.

—¡Hey Prongs! —Remus lo alcanzó antes que el resto de los merodeadores—. ¿Estás bien?

—Sí... ella me dijo James... y no Potter. Voy avanzando ¿no crees?

Lupin rodó los ojos, James nunca cambiaba cuando el asunto trataba de Evans.

...

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...

Al otro día, Severus se encontraba leyendo de manera exhaustiva los ingredientes y el procedimiento para preparar el matalobos. No era un descubrimiento muy antiguo, por ello tampoco existían muchos ejemplares que demuestren que era una poción efectiva. Pero también se decía, que si no se era cuidadoso y exacto; podría haber efectos nada agradables para el licántropo que lo bebiera. Era un arma de doble filo...
Todo un reto interesante, tenía que admitir.

El azabache no se había percatado, que muy cerca de él, una jovencita de tercero lo oteaba sin disimulo. La Ravenclaw en cuestión era de las que su promoción consideraba "raras", se la pasaba intentando predecir uno que otro evento cercano desde primero, pero las cosas que decía casi nunca se cumplían. Sybil Trelawney era una chica solitaria, de esas que te le acercabas y hasta te decía cómo iba a ser tu futuro marido; por ello, sus compañeros de casa muy pocas veces andaban con ella, ya sabían cómo lidiarla.

—Snape Severus... de sexto... —habló Sybil finalmente, saliendo de su escondite discreto.

La serpiente alzó la mirada para encontrarse con un par de ojos claros que lucían más grandes de lo normal gracias a los lentes, tan gruesos como la base de una botella.

—¿Se te ofrece algo, Ravelclaw? —inquirió Severus con un toque de incomodidad en su tono.

—Nada y mucho a la vez... —respondió con una voz cantarina—, me llama... me llama mucho la atención tu aura...

La Luz del Príncipe [Cancelada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora