Por la mañana Ehan se levantó con un dolor de espalda de los mil demonios.
Sentía como sus vertebras estaban entumecidas pero al sentir una mano en su pecho se dio cuenta que no se había despertado solo.
Abrió los ojos y encontró a Hanna observándolo con una sonrisa triste.
— ¿Sabes que tengo una colchoneta donde hubieras dormido mejor? — le pregunto.
—No lo sabía. Además, tu sofá es tan cómodo como el piso, así que no hay problema.
Ella le dio una sonrisa pequeña pero rápidamente la borro, Ehan observo como iba vestida, y tuvo que aparatar la mirara al ver que solo tenía el alborozo sobre el cuerpo.
—Yo... te quería agradecer por tu ayuda, has sido de gran apoyo para mí y para los chicos
Le dijo con sinceridad; ella sabía que sin Ehan no habría sabido que hacer.
—Estoy aquí para ti y para ellos, Hanna, haría lo que fuera por ustedes — coloco su mano sobre la de ella sin dejar de mirarla a los ojos.
Se quedaron así un momento, sin decir nada, solo observándose con mil dudas entre ellos.
¿Y ahora...que harían? ¿Ellos... que eran? ¿En qué posición estaban después de todo?
Todas esas preguntas los atacaban constantemente pero no encontraban respuestas.
— ¿Tienes hambre? Sé que no soy tan buena cocinera como Cony pero se hacer unos waffles de infarto— le dijo Hanna con una sonrisa.
—Está bien. Me convenciste, quiero probar tus creaciones culinarias.
Ehan acompaño a Hanna a la cocina y ayudo a preparar el desayuno, en un principio era raro. Era como si el recuerdo de Sebas estuviera en todas partes pero Ehan trataba que Hanna no pensara mucho en eso. Trataba de distraerla con cualquier cosa o cambiaba de tema de forma drástica.
"Ayúdalos a superar mi muerte" le había pedido Sebas y él estaba dispuesto a cumplirlo.
Mientras Hanna cocinaba, él le quitaba uno que otro waffle para que lo regañara, la escena era tan natural y divertida que la incomodidad iba desapareciendo poco a poco.
Cuando los gemelos despertaron y lo vieron ayudando a su madre a lavar los trastes corrieron hacia él y lo abrazaron.
— ¿No tienes que ir a trabajar? — le pregunto Dony cuando todos se sentaron a comer.
—Eh... sí, pero su madre me chantajeo con probar sus waffles así que decidí quedarme.
—Los waffles de mamá son los mejores— aseguro Matt.
— ¿No iras a trabajar mamá? — pregunto Dony al ver a su madre en albornoz.
—No cariño. Tengo un par de días libres. Así que me tendrán en casa todo el día— evito mencionar que esos días eran los reglamentarios por duelo que le daba la empresa, no quería entristecer a sus hijos tan rápido.
— ¿Tú también te quedaras Ehan? — le pregunto Matt tomándolo desprevenido. En ese momento no sabía que contestarle pero cuando observo el rostro confuso de Hanna supo que ella necesitaba tiempo y él debía de darle espacio. Quería apoyarlos pero no quería agobiarlos estando ahí las 24 horas del día. —No. Tengo trabajo y no podre quedarme Matt.
—Está bien— acepto el niño metiéndose un pedazo de su comida a su boca.
Todos comieron y hablaron sobre diversas cosas; Ehan les hacía preguntas para mantener sus mentes ocupadas y no pensaran que Sebas ya no estaba.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3
RomanceSi tu hermano te afirmara que se acostó con tu prometida. ¿Le creerías? El mundo de Ehan Hilton se vino abajo en el momento que las fotos de su hermano y su prometida juntos llegaron a sus manos; pero mas lo destrozo fue el que su propio hermano se...