3.
Echo un poco de pienso en el cuenco y Choni se tira al instante.
—Mira que eres gorda —exclamo con una sonrisa y guardo el saco en el mueble de la despensa.
Ella me mira y saca su lengua al mismo tiempo que mueve de lado a lado su rabo.
Estiro mis brazos por encima de mi cabeza y bostezo. Miro el reloj de mi móvil: las nueve y media.
Escucho unos pasos en las escaleras y luego la puerta de enfrente. Ese apartamento ha estado vacío desde que me mudé hace tres años.
Corro hacia la puerta lo más silenciosamente que puedo y me inclino sobre la mirilla.
Ya he dicho que soy muy curiosa.
Logro vislumbrar una maleta marrón grande, pero poco más.
¡Jolín!
Muerdo mi labio inferior y estoy a punto de coger un paquete de galletas, ponerlas ordenadamente en un plato y presentarme ante el nuevo vecino como si las hubiera hecho yo.
¿Será chico o chica? ¿Es escandaloso? Mejor que no, porque como no me deje dormir tendrá serios problemas conmigo.
Suspiro y, obligada, me dirijo a mi habitación.
Tarareo mientras rebusco en mi armario lo que ponerme.
Elijo un vaquero largo y una camisa holgada. Me anudo las deportivas y cojo el bolso largo, colgándomelo del hombro.
Cojo mi móvil y las llaves del coche, le doy muchos mimos a mi perrita de pelaje color arena y finalmente salgo por la puerta, cerrándola con llave.
Me monto en el coche y me dirijo a mi segundo trabajo.
El bar se encuentra un poco lejos de la capital, se llama La Loba del Desierto y está en una calle de tránsito escaso.
Mi jefe en este caso se llama Leo, y también es muy bueno. Paga muchísimo más que Rafa, pero es que yo no hago lo mismo que en La Toscana.
Llego y aparco el coche en el aparcamiento privado que hay detrás del local. Me bajo y camino con el bolso hacia el interior.
Sonrío a Gina, una de las camareras, que está fumando fuera.
—Hoy va a ser una gran noche —promete cuando paso a su lado y le guiño un ojo.
—¿Y cuando no lo es? —respondo con chulería y nos reímos.
Me dirijo directamente al vestuario y suelto el bolso en el sofá de cuero rojo que está pegado a la pared del fondo.
Me miro el rostro en el espejo con bombillas en los bordes, ¡ni que estuviéramos en la pasarela Cibeles!
Me desnudo después de cerrar la puerta y me embuto en una falda de cuero negro, un top también de cuero, pero rojo, que se anuda con un hilo fino por mi espalda, dejándola descubierta, y la parte delantera tiene forma de pico, mostrando los huesos de mis caderas. Por último, me pongo las botas moteras negras que me vuelven loca.
Plancho mi cabello corto y me maquillo como una puerta. A ver, no es algo exagerado, pero sí que se note.
Es una de las estúpidas reglas de Leo.
Termino, cierro el bolso y abro la puerta.
Nada más dar un paso, el pecho duro y tonificado, además de desnudo, de Aday me golpea en la nariz.
—Ay —me quejo y me la froto mientras alzo la mirada hacia el rostro de mi compañero.
—Tardaste mucho ahí dentro —protesta cogiendo mi cintura y una sonrisa recorre mi boca.
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No te enamores de mi. (NTEDM 1)
RandomElla es Nira, una conejera que trabaja por la mañana en La Toscana, un bar que le encanta con un jefe que adora aun más, y por la noche en La Loba del Desierto, otro local un tanto especial que la ayuda a olvidarse de sus problemas durante unas cuan...