4.
Delineo con mi carmín rojo un nueve entre las curvas de sus abdominales mientras él sonríe.
Ginés coge mi mano y planta un suave beso en el dorso.
—Ya nos veremos —dice, clavando sus ojos marrones en los míos, y me río.
—Eso sin duda.
Me giro sobre mis deportivas y salgo de la habitación con una sonrisa satisfecha.
Nunca me quedo a dormir.
Al mirar el reloj de mi teléfono, veo que son las siete menos cuarto de la mañana y me dirijo a mi coche bostezando.
No duermo mucho, y más si me tocan noches como esta, pero tampoco me importa. Soy muy nocturna.
Llego a mi casa y me acuesto junto a Choni, que lame mi mejilla con cariño cuando me arrejunto a su cuerpo cálido y peludo.
Me quedo dormida al instante.
A las nueve, suena mi despertador y desayuno con mi café matutino, mi manzana troceada y mis tostadas de pechuga de pavo y queso fresco de la isla. Me enciendo un cigarro y luego me visto con el uniforme de La Toscana: un polo negro con el nombre del bar sobre el pecho izquierdo, un pantalón vaquero y deportivas negras.
Me despido con muchos besos de mi querida perrita, que gime cuando ve que me dirijo a la puerta.
Al salir, veo que la puerta del piso de enfrente también se abre y sale un chico joven.
Alzo las cejas al reconocerlo y él se queda parado en su umbral igual de sorprendido.
—Eh —susurro y sonrío.
—Hola —murmura y se sonroja—. Nos volvemos a ver.
Es el chico del accidente de ayer.
Admiro la belleza de su rostro y cuerpo una vez más. Y, sí, vuelve a gustarme.
—Eso parece. Qué coincidencia —exclamo, señalando su puerta abierta, y él se ríe nerviosamente.
—Pues sí, bastante coincidencia.
Se rasca la nuca y yo trago saliva al ver el movimiento de sus músculos.
—Oye —añade alzando un poco la voz, como si se hubiese percatado de algo, y apunta a mi cuello—. ¿Qué tal estás?
Me lo toco inconscientemente y me encojo de hombros.
—De maravilla, ya casi ni me duele. —Y es verdad. El sexo con Ginés tuvo también esa recompensa.
—Me alegro —responde y mira al suelo, tímido.
—Bueno, yo me tengo que ir. Llego tarde al trabajo.
Me despido con la mano y bajo las escaleras corriendo.
Madre mía, qué de hijos le haría.
Pensando en mi nuevo vecino, me monto en el coche y conduzco hasta el bar donde trabajo por las mañanas.
A las diez en punto, entro por la puerta trasera y saludo a Pablo, que está abriendo unas cajas.
—Buenos días —exclama y le respondo de la misma manera.
Me anudo el delantal al cuello y espalda y salgo del cuartito hacia la cocina. Rafa está ojeando unos papeles y alza la mirada cuando me ve.
—Buenos días, Nira. —Saluda con una sonrisa—. Hoy es el último día de Javier, y estaba pensando en que esta noche, cuando cierre el bar, podríamos hacerle una pequeña fiesta, nada grande. ¿Qué te parece?
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No te enamores de mi. (NTEDM 1)
RandomElla es Nira, una conejera que trabaja por la mañana en La Toscana, un bar que le encanta con un jefe que adora aun más, y por la noche en La Loba del Desierto, otro local un tanto especial que la ayuda a olvidarse de sus problemas durante unas cuan...