20.

451 31 0
                                    


20.

Cuatro días después, mamá sale de la clínica y la llevamos en mi coche hacia casa.

—¡Hogar dulce hogar! —exclama Fran empujando la silla de ruedas de mamá al interior de la vivienda.

—¡Yupi! —secundo yo y dejo el enorme bolso en el sofá—. ¿Qué quieres hacer, mamá? —pregunto y ella se encoje de hombros.

—No lo sé, veamos la televisión, alguna película o algo —responde y sonrío.

—¿Café, té, manzanilla? —pregunto y mi progenitora sonríe con cariño.

—Un té estaría bien, cariño —murmura y miro a Fran.

—Café para mí.

—Y para mí también, mi niña —apunta papá y asiento con una sonrisa.

Sí, echo de menos el bar.

Preparo los cafés y el té y los llevo al salón con una gran sonrisa. Ponemos una película, pero no la vemos, pues nos ponemos a charlar de todo un poco.

Me sorprendo cuando mamá comenta que Félix le ha hecho una oferta.

—Cuando me recupere perfectamente, quiere que vuelva a los escenarios con él y su discográfica —explica y contemplo a Fran y a papá con las cejas alzadas.

—¿Y tú qué le respondiste? —pregunto mirándola de vuelta y ella suspira.

—Pues, cariño, le he dicho que sí. ¡Estoy loca por volver a cantar! Sé que lo de bailar lo tendré un poco más complicado, pero si la rehabilitación va bien, pretendo firmar de nuevo con la discográfica de Félix —contesta emocionada y no puedo evitar sonreír al ver la ilusión inundar sus ojos de nuevo.

Cuánto la echaba de menos.

Entonces todos le damos nuestro visto bueno, algo que parece que no tiene importancia, pero que mamá toma muy a pecho. Por lo que después de eso, una gran sonrisa se plasma indefinidamente en su rostro.

—Yo tengo algo que contarles —anuncia papá y todos lo observamos con curiosidad—. He encontrado un piso cerca de aquí y esta noche me quedo allí definitivamente.

Mamá sonríe y asiente.

—Me alegro, Echedey, pero sabes que aquí no nos molestas —le asegura y cojo la mano de papá.

—Lo sé, Elo, pero era hora. No quiero separarme de ustedes, lo saben ¿no? Quiero seguir viéndolas y quedar y hablar...

—Papá, no digas boberías. Que te vayas de casa no quiere decir que te vayas de nuestras vidas —respondo con una sonrisa amplia.

—Solo quiero que sepan que no volveré a abandonarlas de nuevo. —Esas palabras crean un nudo en mi garganta y miro a mi madre. Ella me devuelve la mirada y sonríe con cariño.

—Eso ya lo sabemos ¿verdad, Nira? —Sonrío y asiento.

—Lo sabemos, papá —le aseguro, dándole un beso en la mejilla que lo hace sonreír finalmente, y aprieta mi mano con afecto.

El timbre suena y rápidamente me levanto para abrir la puerta. Chillo como una chiquilla al ver a Leo con un ramo de crisantemos en la mano y lo abrazo con fuerza.

—¿Qué haces aquí? —pregunto con emoción cuando me separo de él y lo dejo pasar al interior de casa.

—Las chicas me dijeron que hoy tu madre volvía a casa y quería venir a visitarla. Lo siento por no ir a la clínica, pero sé que la operación era un poco complicada y no quería molestar —responde mi jefe y sonrío abiertamente.

No te enamores de mi. (NTEDM 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora