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6.

El día pasa sin ninguna complicación y visito a mi madre y a Fran.

Esta está de mejor humor, al menos se encuentra en el salón en vez de en la oscuridad de su habitación.

Piticlín me saluda con un abrazo y una taza de café. Me mima demasiado.

Me quedo un rato y luego voy a mi casa a pasear a mi perrita.

En el llano, salta sobre mí varias veces y yo juego con ella a tirarle la pelota para que vaya a cogerla. Es su juego favorito, aunque se ensucia toda.

Estamos volviendo a casa cuando veo un coche conocido pasar por delante de la casa de mamá.

Me tenso de pies a cabeza y Choni tira de su correa cuando me quedo rígida en mitad de la acera.

No.

Mi perrita ladra y con sus patitas me golpea en las piernas. Despierto y corro como un descosida a mi apartamento.

Me siento temblorosa sobre el sofá y Choni, al notar mi nerviosismo, descansa su hocico en mis piernas, gimiendo para llamar mi atención. Le sonrío y acaricio su cabeza con delicadeza.

Lo que vi no era verdad, debe ser una mala alucinación.

Cojo aire y me quedo sentada en el sofá junto a mi perra hasta que se hacen las nueve. Ceno rápidamente, me visto para ir a La Loba del Desierto y agarro mi bolso largo.

Salgo de casa después de despedirme de mi mascota y me monto en el coche de Martín.

Llego al aparcamiento privado del local y me fumo un cigarro antes de entrar. Estoy histérica después de haber visto ese coche. Tengo los nervios a flor de piel y no paro de mirar a mi alrededor.

Finalmente, entro y me dirijo directamente al vestuario.

Me pongo un pantalón corto de cuero azul, una camisa blanca de asillas que me anudo al final de mis pechos y las botas moteras. Las chicas están parloteando felices, pero yo no puedo concentrarme en nada, por lo que muchas veces me tienen que sacar de mis pensamientos.

—Cielo, ¿estás bien? —pregunta Gina y asiento.

—Sí, sí, un poco desconcentrada, pero estoy muy bien —respondo y sonrío para dejarlas tranquilas.

Ellas se miran y asienten muy poco convencidas.

Salimos del vestuario y busco a Aday. Lo encuentro bajando los taburetes de las mesas y le hago cosquillas en la barriga cuando me acerco por detrás.

Me rodea con sus brazos y me hace reír a carcajadas cuando frota su barba por mi cuello. Planta un beso en la punta de mi nariz y por fin me relajo un poco.

La sonrisa de Aday es lo que tiene, es como un bálsamo tranquilizador.

La campana suena y me alejo de él a regañadientes. Nada más poner distancia entre nosotros, vuelve la tensión a mi cuerpo.

La gente entra, la música sube de volumen y las chicas y yo comenzamos a bailar a su ritmo.

Mañana libro, pero no les he dicho nada a las chicas. No quiero emborracharme, solo quiero llegar a casa y dormir todo el día de mañana.

A las doce, como siempre, Leo coge el megáfono y nosotras las botellas de ron. Subimos a la barra y bailamos mientras les damos de beber a los clientes.

Estoy recorriendo de arriba abajo la barra mientras sacudo el cuerpo y todos mis atributos cuando noto una mano en mi gemelo desnudo.

Miro hacia abajo y veo a un tío borracho mirándome con lascivia. Agito la pierna para quitarme su mano de encima y sigo bailando. Cuando paso por el mismo sitio, esta vez casi caigo cuando la misma mano agarra mi tobillo.

No te enamores de mi. (NTEDM 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora