22.

378 30 0
                                    


22.

—¡Para! —exclamo riéndome sin parar y proyecto el grifo de la ducha hacia su cara.

—¡Nira! —grita entrecortadamente con el agua entrándole en la boca y me troncho de risa mientras limpio el jabón de mi rostro.

—Venganza, querido Arthur —digo con tono malvado y cierro el agua—. ¿En paz?

Se limpia el rostro con las manos y sus ojos color miel me contemplan juguetones. Chillo cuando me alza entre sus brazos y rodeo sus caderas con mis piernas.

—En paz estaré después de follarte salvajemente —profiere y siento la punta de su pene paseándose por la línea de mi vagina.

Tiemblo, tirito, vibro al notar su excitación, que es la misma que la mía, y asiento aferrándome a su cuello.

—Fóllame, cariño.

Mis palabras lo calientan sobremanera, pues introduce su erección con una fuerte y profunda estocada que me hace gritar de sorpresa y placer. Los dos gruñimos en la boca del otro y sin dejar de mirarnos nos poseemos salvaje y posesivamente en la ducha de su apartamento.

Ya nos hemos cobrado todo lo que teníamos que cobrarnos, ahora solamente nos dejamos llevar por nuestros instintos más primarios. ¡Y qué instintos!

Sus manos aprietan mis nalgas con ansias y yo cojo con firmeza sus cabellos, tirando de ellos para escuchar cómo Arthur gime de gusto.

—¿Te gusta? —exclamo y él asiente—. Dime cuánto te gusta.

—Mucho...me gusta mucho, reina —responde agitadamente y gimo cuando sus embestidas calientan mi bajo vientre.

—Arthur... —chillo y me convulsiono ante el orgasmo que me asola.

Cierro los ojos y abro la boca para poder respirar, pues las acometidas de Arthur me dejan sin aliento. Siento su mano en mi nuca y su frente sobre la mía.

—Nunca dejes de mirarme, cariño, nunca... —Abro los ojos y él asiente mientras aprieta la mandíbula—. Mírame.

Se clava en mí una y otra, y otra, y otra vez, sin parar ni un segundo, sin variar el ritmo ni la velocidad, aunque sí la profundidad. Me vuelve loca cada segundo que pasa mientras me hace suya mirándome directa e intensamente con esos ojos color miel que me apasionan desde que los vi por primera vez.

—Joder... —clamo con los dientes apretados y él suelta una sonrisa torcida.

—¿Te vas a correr de nuevo? —pregunta y asiento como puedo, pero él sacude la cabeza—. Hazlo conmigo, reina.

—Arthur, otra vez no...por favor —le ruego y una risa contenida sale de su garganta.

—Aguanta, mi amor, aguanta por mí —insiste y clavo mis uñas en su espalda cuando siento que sus embestidas se aceleran y endurecen.

—No sé...si podré.

—Un poco más. —Mi interior se contrae y Arthur jadea—. Un poco más, ya estoy a punto de...

Pero un gemido lo interrumpe y sus dedos se clavan en mi trasero y nuca y su boca toma la mía con hambre y desesperación. Sus dientes aprisionan mi labio inferior y lo chupa con devoción.

Cojo su rostro con las dos manos y tiemblo incontrolablemente entre sus brazos mientras le devuelvo el beso con más ganas y ahínco.

—Diossss... —grito y mi espalda se arquea al sentir el ardor recorrer mi cuerpo de pies a cabeza.

No te enamores de mi. (NTEDM 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora