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CAPÍTULO DOS: PELEANDO CONTRA LA TENTACIÓN.
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Yusuki apareció en la habitación donde se encontraban todos con una mueca de disgusto. De alguna forma, la humana había logrado colarse en la última habitación que debería haberlo hecho de toda la mansión. Soltó un suspiro, captando la atención de la rubia que se encontraba arrodillada en el suelo con un libro entre sus manos.
La vampira rodó los ojos en cuanto su mirada conectó con la de Yui. Movió su melena para crear una barrera entre ellas antes de caminar hasta Ayato para sentarse sobre una mesa cubierta por una sábana blanca que se encontraba a su lado. El pelirrojo pasó un brazo por sobre los hombros de ella, acercándola más a su cuerpo.
—De todas las habitaciones, tuviste que elegir ésta. Este cuarto fue cerrado, y por eso, nadie puede entrar. Tengo que asegurarme de colocar una cerradura más fuerte —Reiji fue el primero en hablar.
—Recuerda que eres mi presa, no te muevas —exigió Kanato, apretando a Teddy contra su pecho con tanta fuerza que su cabeza estaba hinchada.
—Yo... yo no soy la presa de nadie.
—¡Basta de excusas! —vociferó Subaru, golpeando el librero y enviando algunos libros al suelo debido al impacto.
—Por favor, Subaru. No otra vez —pidió Laito, con un tono calmado y una sonrisa ladina.
—¡Cállate! —explotó Subaru contra él.
Yusuki frunció el ceño cuando Ayato soltó sus hombros y abandonó su lado. El chico comenzó a caminar hacia Yui, con una sonrisa tirando de sus labios. La pelirosa no pudo evitar arrugar los labios ante aquello y, en ese mismo momento, se encontró con la mirada de Shu.
