𝟬𝟭𝟬 blood equals power

2.4K 292 11
                                    


CAPÍTULO DIEZ: SANGRE = PODER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO DIEZ: SANGRE = PODER.



      Richter tomó una espada cuando Ayato se acercó a él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

      Richter tomó una espada cuando Ayato se acercó a él. El hombre envainó el arma y la apuntó al chico antes de intentar golpearle, pero el vampiro le esquivó—. ¡No te metas!

      Yusuki miró sorprendida la tela de la corbata de Ayato dividirse en dos. Por instinto fue a acercarse, pero el brazo de Richter envolvió su cintura como una boa. La pelirosa miró al pelirrojo con los ojos bien abiertos, a lo que él aprovechó para hablarle—. Vuelve abajo, Yu.

      La vampira abrió la boca, pero la volvió a cerrar en cuanto Richter comenzó a hablar, interviniendo entre ambos—. Oh, Ayato, ¿por qué no vuelves con tus hermanos? Necesito a Yusuki conmigo, ella es especial. ¿O acaso te niegas a aceptar que ella sea especial y tú no?

      Laito tomó una espada mientras ellos discutían. Su tío solo estaba aprovechando la deteriorada relación entre ambos para distraerlo. Entonces, Laito lanzó la espada por los aires para pasársela a su hermano—. ¡Ayato!

      El vampiro pelirrojo tomó la espada con facilidad, apenas debiendo mover la mano para atraparla mientras sus ojos permanecían fijados en Richter. Yusuki le propinó un rápido golpe en el pecho que provocó que su agarre sobre ella se desvaneciera por un segundo, pero ese segundo fue suficiente para que la vampira se librara y se alejara de él. También era consciente que Richter jugaría con sus mentes si le daba la oportunidad.

      —Tu paseo acabó oficialmente, Richter. No permitiré que sigas utilizándola así. ¡Vas a arrepentirte de haber venido a esta casa! —vociferó Ayato. Desde su posición, Yusuki pestañeó.

      Había pensado que Ayato había llegado a rescatarla a ella pero... honestamente, ya no estaba segura. ¿Podría ser que Ayato estuviera haciendo todo esto solo por Yui? Su mente se nubló por la última vez que había visto al vampiro, hincado sobre el cuerpo de la humana y observándola con una necesidad insaciable que nunca podría ser comparada con cómo la miraba a ella. Con un rostro de mármol, Yusuki se limitó a observar y guardar silencio.

      —¿Y qué crees que puedas hacer al respecto? —se burló Richter antes de que ambas espadas comenzaran a golpearse la una contra la otra.

      El duelo se mantenía igualado, hasta que Richter forzó la fuerza sobre su espada y logró tirar a Ayato al suelo. Entonces, Yusuki corrió y se colocó frente al pelirrojo. Tal vez se encontraba enfadada con él (en realidad, se encontraba más furiosa que nunca), pero eso no significaba que lo abandonaría. No en una situación así.

      Richter intentó tomarla, pero Ayato se adelantó y la tomó del brazo, tirando de ella. La chica cayó a su lado y él pasó su brazo por sobre su pecho, demostrando así que no dejaría que se la llevase por nada del mundo.

      En ese momento, Richter clavó su espada contra el hombro de Ayato. El vampiro jadeó de dolor mientras el hombre sonreía, placentero. Yusuki sofocó un grito y empujó a Richter lejos de ellos, logrando quitar la espada del cuerpo de Ayato.

      El pelirrojo cayó sobre sus rodillas. Se las arregló para volver a colocar a Yusuki detrás de él antes de apretar la herida en su hombro con su mano libre. Un gemido escapó de sus labios, delatando el dolor que experimentaba. Sin embargo, aún cuando se avecinaba su muerte, no se rendiría y dejaría de proteger a la pelirosa por nada. De eso estaba seguro.

      —Ahora quédate quieto —ordenó Richter, alzando la espada por detrás de su cabeza mientras miraba con una sonrisa a los dos vampiros. Ayato se mantenía en su lugar mientras Yusuki intentaba intervenir, pero él mismo se lo prohibía, sosteniéndola hacia atrás.

      Yusuki se quedó quieta y el agarre de Ayato sobre ella se debilitó notoriamente. Ella observó cómo la espada comenzaba a bajar y se colocó frente al vampiro de cabello rojizo en el último segundo. Pero inmediatamente, Richter detuvo su movimiento. Ayato maldijo nuevamente, rodeando el cuerpo de la chica con sus brazos. Él estaba por regañarle, mientras que Yusuki se preparaba para discutirle, pero una pequeña voz los detuvo.

      —Ayato, Yusuki —la voz de Yui congeló a ambos. Ellos alzaron sus cabezas para encontrarse con la rosada mirada de Yui una vez más—. Yo--.

      Yui miró un momento a Richter antes de soltarse de su agarre y correr escaleras abajo. Los vampiros le observaron en silencio, sin comprender cómo era posible que ella siguiera viva. Que fuera capaz de retomar el control sobre su cuerpo estaba más allá de lo posible.

      La chica alzó la daga sobre su cuerpo y todos jadearon ante la revelación. El agarre de Ayato sobre Yusuki se intensificó mientras la pelirosa mantenía su atenta mirada sobre la humana, su boca abierta al no poder creerlo realmente—. Así, nadie saldrá lastimado —musitó Yui.

      Yusuki se levantó de su lugar—. ¡Espera! —gritó, pero la daga atravesó el corazón en el cuerpo de la humana en ese mismo instante.

      Una brisa golpeó a Yusuki. Pestañeó cuando Ayato ya no se encontraba a su lado, y su mirada lentamente se dirigió a Yui, para descubrir que él había abandonado su lado para sostener a la humana entre brazos antes que su cuerpo golpeara el suelo.

      El silencio en el ambiente era casi palpable, y Yusuki sintió que llenaba sus pulmones, dejándola con un peso en el cuerpo que solo la hacía querer hundirse. Distraída por aquel sentimiento que contaminaba su pecho, no se percató que Richter se le acercó. El hombre la tomó por la muñeca y dobló su cuerpo por detrás de su espalda, y entonces alzó su espalda con ira—. ¡Ella es mía! ¡Y su corazón también!

      Ayato alzó su espada, pero Laito se le adelantó, apareciendo detrás de Richter para empujarlo contra el arma que envainaba su hermano. El hombre se hincó hacia delante, y el castaño tomó ese momento para tomar a Yusuki por la cintura y acercarla a su cuerpo, liberándola del agarre de su tío. Entonces, la espada atravesó el pecho de Richter.

      La espada que Richter sostenía cayó al suelo, manando un gran estruendo. La filosa hoja fue despojada del cuerpo del hombre, liberando la sangre que contenía su cuerpo.

      —¿Estás bien? —inquietó Laito, mirando a Yusuki con preocupación. Sus verdes ojos recorrieron su cuerpo en segundos antes de examinar su rostro por segunda vez, y luego una tercera. Su mano derecha se posó sobre su mejilla mientras la otra la seguía sosteniendo por la cintura.

      —Sí —asintió Yusuki, una sonrisa formándose en su rostro al notar las preocupadas facciones de Laito—. Gracias por preocuparte.

DEADLY CURSED; diabolik lovers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora