CAPÍTULO SIETE: LA PRÓXIMA, QUEMA LAS CENIZAS.
Ayato y Yusuki se encontraban acostados en un sofá a mitad de la sala. Ayato rodeaba la cintura de la pelirosa con sus brazos mientras ella descansaba su cabeza sobre su pecho y acariciaba su cabello. Habían pasado tanto tiempo en esa misma posición que, si fueran humanos, sus extremidades ya les dolerían. Afortunadamente, no tenían que lidiar con problemas tan mundanos.
Los ojos de Ayato se encontraban cerrados mientras la mirada de Yusuki se perdía a través de la ventana. Sus mentes en paz, abrazando la calma que le proveía la compañía del otro. Sin embargo, era como la calma antes de la tormenta, que estaba a punto de desatarse.
Yusuki se levantó de repente de su lugar, al mismo tiempo que Ayato abría los ojos. Se transportaron a la habitación de Yui, pero no había rastro de la humana. La pelirosa inspiró profundamente por la nariz, intentando localizar su aroma. Mientras tanto, el pelirrojo dio una pausa para pensar, tomando la cruz que yacía sobre la cama de la desaparecida .
Ayato miró un momento a la vampira antes de tomarla por la mano y comenzar a caminar en cierta dirección. La chica guardó silencio mientras caminaba a su lado, manteniendo su agarre y observando con atención a dónde la llevaba. Sus ojos se expandieron cuando vio a Richter hablar con Yui pero, aunque era ella, al mismo tiempo no lucía como ella.
La humana llevaba un largo vestido de un oscuro color morado. La prenda abrazaba su cuerpo en los lugares correctos, e incluso lucía más alta. Yusuki reconoció su vestido y frunció el ceño. Volvió a inspirar por la nariz, percatándose que algo estaba fuera de lugar.
—Oigan, ¿qué significa esto? —inquirió Ayato de inmediato y ambos se giraron hacia el chico. Los labios de Yui se estiraron en una sonrisa, reparando unos segundos en el agarre de los dos vampiros antes de mirar al chico a los ojos.
—Ayato, Yusuki; ha pasado mucho tiempo. No hay duda alguna que no me equivoque al unirlos —se burló, y la pelirosa no pudo detener el jadeo que escapó de entre sus labios. El ceño de Ayato se profundizó mientras miraba con ira a la mujer que ahora reconocía como su propia madre. Cordelia.
—Pero, ¿qué has hecho?
—Veo que no están aquí para decirme que están felices de volver a verme. Si quieren saber por qué estoy aquí; Richter, ¿podrías explicarles, por favor? —volvió a hablar la mujer mientras sus ojos brillaban con malicia—. Necesito descansar un poco, aún no me acostumbro a este cuerpo. Ella ni siquiera debería estar consciente, pero aún así intenta expulsarme. Es agotador. Supongo que este cuerpo aún no es completamente mío.
—Y nunca lo será —negó Yusuki justo cuando Cordelia pasó a su lado.
La mujer detuvo su paso, colocando una mano sobre el hombro de Yusuki y dedicándole una enfermiza sonrisa. La pelirosa sintió su brazo congelarse bajo su toque, y Ayato apretó su mano para darle valor—. Solo mírame.
—¿Qué le has hecho? —inquirió Ayato una vez que Cordelia salió del lugar. El sonido de la puerta se transformó en la única prueba de que su presencia allí había sido real—. Dime, Richter.
Richter explicó cómo la noche que los trillizos asesinaron a su madre, él logró llegar al cuerpo de Cordelia antes que Kanato lo incinerara. La mujer le explicó que él debía quitarle el corazón para luego colocarlo dentro de otra persona, y de esa forma reviviría en el futuro. El estómago de Yusuki se revolvió de solo pensar que la chica humana fuera la portadora del corazón de la hija del Señor de los Demonios.
—¿El corazón de Cordelia está dentro de ella?
—Esa chica es solo un recipiente. Aún existe, pero no por mucho tiempo. Cuando el despertar termine, su alma quedará destruida por toda la eternidad. Y en su lugar, quedará Cordelia —explicó Richter y Ayato soltó un jadeo, apretando la mano de Yusuki mientras ella siseaba—. Sí, y como ya saben, el despertar está cerca. Es una hermosa noche de luna llena.
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Yusuki apareció frente a Ayato y Yui, siendo acompañada por Laito y Kanato. No pudo evitar dar un paso atrás y aferrarse a la mano de Laito al observar al pelirrojo apoderarse del cuerpo de Yui con una necesidad extrema. Una necesidad que nunca había demostrado por ella.
Algo se revolvió en su interior, y el vacío en su estómago se sintió más pesado que nunca. Inmediatamente, el rojo de sus ojos se tornó mortífero. Casi como si estuvieran teñidos por sangre.
—Tu sangre es demasiado dulce como para no hacerlo. Me perteneces; tu sangre, tu corazón, tu cuerpo, tu alma, todo lo que tienes. Devota tu sangre y tu vida solo a mí —pidió Ayato. Acercó sus labios a los de ella, y Yusuki apretó la mandíbula.
—Mmh, ahora entiendo. Al fin todo esto tiene sentido —interrumpió Laito y Ayato se alejó de Yui. Miró con indiferencia a su hermano, pero ésta se disipó en cuanto notó la presencia de Yusuki.
La pelirosa le miró con una frialdad que él nunca había tenido que enfrentar. Se sintió perdido al no encontrar aquel brillo característico que solo reservaba para él. Sino que todo lo contrario, lo miró con la misma frialdad que dedicaba a todo desconocido, a todo enemigo. Incluso la mirada que le dedicaba a Cordelia era mejor, porque al menos demostraba su odio hacia ella. Ahora, sus ojos no reflejaban sus sentimientos.
Y Ayato sabía que era por su culpa, porque la había lastimado al haber intentado besar a Yui frente a ella.
Pero la culpa que comenzaba a embargar su cuerpo rápidamente lo abandonó. Su impulsividad tomó control de sus acciones al ver la mano de ella aferrarse a la de Laito como soporte, y claro que su hermano le dedicaba una sonrisa presumida.
Él lo había hecho. La había cagado, y su hermano tomó la oportunidad para recibirla con los brazos abiertos.
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DEADLY CURSED; diabolik lovers.
FanfictionDIABOLIK LOVERS.| por favor, nunca dejes de mirarme así.