¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPÍTULO DIECISÉIS: COMO UNA SEÑORITA.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ya en el segundo receso de clases, Yusuki caminaba con el mentón en alto y su cabello recogido en una coleta alta. A pesar que solo lo había hablado con Laito y Kanato, el plan ya estaba decidido y, mientras ella buscaba a su víctima, los dos vampiros buscaban a Ayato y Shu para contarles sobre el plan. Si bien Laito no estaba del todo de acuerdo con contarle al pelirrojo, Kanato insistió que sería lo mejor solo para estar seguros. Sabían por hecho que, si le contaran a Reiji o Subaru, inmediatamente evitarían su ejecución.
Ella alcanzó su casillero, y notó a Laito y Ayato observándola desde una esquina. Al otro lado del pasillo, divisó a Shu siendo seguido por Kanato, claramente el rubio aún no se había molestado en escucharlo, pero saber que estaban cerca fue suficiente seguridad para la pelirosa.
Y, casi como si lo hubiera llamado, Yuma se paró detrás de ella. Él colocó una de sus grandes manos sobre su hombro y la giró, a lo que Yusuki hizo un esfuerzo para contener la sonrisa que amenazaba con estirar sus labios y, en su lugar, hizo una mueca de molestia.
—Nos vemos de nuevo, preciosa —la voz de Yuma resonó contra su oído una vez que se acercó a velocidad sobrehumana a ella. La chica alzó una mano, y dejó que fuera atrapada por Yuma, quien arrinconó su brazo contra el casillero. El chico rió, y hundió su rostro en su cuello, olfateándola—. ¿Sabes? Hueles jodidamente apetitosa.
—¿Quieres probar? —ofreció y bajó la manga del uniforme para descubrir más su cuello. El castaño la observó un momento, sus ojos delatando su sed.
—¿Cuál es el truco? —masculló Yuma, a pesar que sus ojos seguían fijados en el cuello de ella, exhibiendo así que no importaba mucho lo que le respondiera.
Yusuki se encogió de hombros—. No es ningún truco. Solo adoro cuando succionan mi sangre —explicó con encanto, sus dientes atrapando su labio inferior por un momento.
