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CAPÍTULO VEINTE: EL PRIMER PEQUEÑO ACTO DE REBELIÓN.
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Yusuki no pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa cuando Ruki se giró y la miró a ella con Ayato a través de la ventana. Ella lo saludó, agitando su mano; yel pelirrojo siseó para que el resto de los Mukami se enteraran de su presencia.
Ayato la miró un momento y ella asintió, dándole permiso para desaparecere. Mientras que él estaba dentro de la mansión en busca de la humana, Yusuki permanecía afuera, en caso que necesitara asistencia. La vampira suspiró, cruzándose de brazos y apoyando la espalda contra un árbol mientras se relajaba. Estaba segura que Ayato podría contra aquellos vampiros con facilidad.
En un pestañeo, Yuma apareció. Ella solo lo miró, y él se le acercó y la tomó por los hombros—. ¿Qué haces aquí? —inquirió y, a pesar que su agarre sobre ella era firme, era lo suficientemente cuidadoso para no hacerle daño.
—Recuperando lo que es nuestro —contestó con una sonrisa, y apartó el agarre de sus hombros—. Si te interesa conservar a Yui deberías estar adentro, no aquí.
Yuma sacudió la cabeza—. Dije qué haces aquí, tú.
—Y ya te dije —replicó Yusuki con un tono aburrido.
—Tienes que dejar a esos hermanos.
Ante aquello, Yusuki se enderezó—. ¿Qué? —soltó con burla.
—No puedes quedarte con ellos, es demasiado riesgo —giró la cabeza hacia la mansión, antes de volver a mirarla—. Puedes ocultarte con nosotros si quieres, por un tiempo. Pero lo mejor es que te vayas lo más lejos que puedas. Tienes que alejarte de KarlHeinz.
Yusuki alzó una mano frente al rostro del vampiro, deteniendo su discurso—. No sé quién te crees que eres para decirme qué hacer pero, me da igual, no voy a escucharte.
