Capítulo 17

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Michelle:
Salí de mi habitación en 5 minutos, traté de verme lo mejor posible pero no se me da bien elegir ropa a contrarreloj, arreglé mi cabello, cogí mi caqueta y vi a Villa que observaba los retratos que había colocado en las distintas estanterías.
–Vamos Juan Pablo, ya estoy.
Caminamos hasta llegar a Gran Vía allí se encontraba la hamburgueseria favorita de Villamil. Por el camino seguimos hablando de nuestras cosas y nuestros estudios, seguía sin coger confianza con él, no soy tímida ni mucho menos, sentía algo raro cuando estaba presente y me tocaba averiguar de qué se trataba. Vi como la expresión  de Villa cambió radicalmente, de tener una linda sonrisa a un gesto serio, se movía incómodo y miraba hacia un preciso lugar, en una mesa del restaurante estaban los chicos con Pedro, además les acompañaba una chica, entonces recordé mis horas invertidas en averiguar quiénes eran las novias de Morat, todas las tardes de mucho stalkear, todas las fotos vinieron a mi mente, era ella, Daniela, la novia de Villamil. Sentí una punzada en el corazón, como mi mundo se desmoronaba en tan solo un segundo, era eso lo que me perturbaba con la presencia de Villa, tenía un mal presentimiento y ya sabía cuál era. Jamás podría estar con él, todas mis absurdas ilusiones y sí de ilusiones se vive, pero yo morí por ilusionarme, por qué lo hizo porque me dio una pequeña esperanza, lo odiaba en aquel momento pero eso no quitaba las ganas que tenía de estar a su lado, por siempre.
Villo debió notar mi angustia, me miraba preocupado.
–No pasa nada.
–Pe pero ella, ella...–fui interrumpida.
–Lo que menos debería importarte es ella, solo tienes que saber que estoy aquí, contigo–no pudo decir nada mejor–ahora vamos ahí a dentro y no temas por nada, yo siempre estaré para ti. Cogió mi mano con la mayor delicadeza posible, la sujeto fuerte. En ese momento todas mis penas desaparecieron y una extraña sensación recorrió todo mi cuerpo, solo quería que no me soltase jamás, se estaba bien así sin importar lo demás, solos éramos él y yo. Lo miré rápidamente, adoraba su perfil, se veía guapísimo, su contorno perfecto; boca y nariz un poco puntiaguda, se le veía decidido y así fue como dimos un paso; tanto para entrar en aquel restaurante lleno de recuerdos y el primer paso para todo lo que se nos venía encima, y todo aquello sería lo mejor porque a su lado nada podría salir mal.
Y así entramos, a Five Guys, tomados de la mano sin importar las miradas de los otros.

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¿Los sueños se cumplen? | Juan Pablo Villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora