Capítulo 24

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Desperté temprano, Villa dormía acurrucadito y me abrazaba por la cintura, sin duda su carita al dormir es lo más adorable que hay. No quería despertarle estaba demasiado lindo así, me limité a hacer rulos en su pelo y a tocar con la mayor delicadeza posible, para no despertarlo, sus mofletes. No pude resistirme y empecé a depositar pequeños besos en esos labios a los que te vuelves adicto y no tardó mucho en abrir los ojos, sonrió vagamente y volvió a dormir, de seguro estaba agotado. Me levanté con cuidado y busqué algo cómodo para vestirme e ir a por algo para desayunar, elegí una pijama de Villa que me estaba gigantesca pero que aún así me encantó, bajé a la cocina, todos aún dormían y supuse que tendrían hambre al despertar, así que me puse manos a la obra, los pancakes era lo único que me salía normalmente bien, mi papá acabó aceptando enseñarme a hacerlos porque le resultaba molesto tener que prepararlos tres veces al día. Hice muchos, ya que en esa casa vivían tantas personas como para crear un equipo de fútbol. Eran las 10.40 y aún nadie había despertado. Volví a subir a la habitación de Villa, el cual seguía en un profundo sueño así que volví a acostarme apoyándome en su pecho quedándome otra vez dormida.

Sentí cosquillas por toda mi cara, era él.
–Michelle despierta, se nos hizo de noche, bonita arriba–decía mientras me llenaba de besos.
–Cinco minutos más papá–dije en broma. Empezó a reír y yo lo acerque a mí, besé su frente y lo abracé.
–Así que ni un besito pequeño en la boca, con que esas tenemos.
–Esta señorita no da besos sin antes haberse lavado los dientes.
–Pues menos mal que compré un paquete de 3 cepillos, sino este señorito no tendría besos.
–Arribaaaaaaa.
Entré al baño, lavé mi cara y mis dientes. Después entró Villa, cuando terminó ordenamos la cama y bajamos a desayunar no sin antes darle su ansiado beso de buenos días.
–Te quiero bobo.

–También yo, niña rara. Mueeeeeero de hambre así que a comeeeer.

–Buenos días niños–saludó Pedro–¿Qué tal durmieron?–los chicos soltaron sus risas pero Isaza no, se me hizo raro.

–Buenos días a todos y no, no piensen tan mal.

–Tengo que admitir que es raro, Villa duerme con la boca abierta–solté una risa y los demás me siguieron, Villa se cruzó de brazos y me miró con mala cara.

–Podrías haberte quejado en privado.

–Villaco todos sabemos que duermes así, llevo muchos años compartiendo vida contigo–afirmó Simón.

–¿Quién me ayudará a devorar todos estos deliciosos pancakes?–dijo Alejo acercándose a la cocina.

Mi cabeza iba a explotar, me sentí mareada de un momento a otro, no podía mantenerme en pie.
Todo se volvió oscuro.
–Hija, despierta–mamá me sacudía.
Abrí mis ojos, era mi habitación.
–Mamá, ¿dónde estoy?
–No me preocupes, es tu cuarto. Vamos a desayunar, levántate dormilona. Preparamos pancakes.–dijo quitándome las sábanas.
Entonces me di cuenta, todo había sido un sueño.
–¡Villa!–grité desesperadamente. Mamá se giró, estaba por cerrar la puerta. Mis lágrimas salieron sin aviso, de manera desconsolada. Él no está, ha sido un sueño. Su voz, el sonido de su risa, su cabello, todo, no paraba de aparecer en mi cabeza. "Solo un sueño"escuchaba a cada momento, el dolor que sentía era indescriptible, en un momento todo se veía borroso, mi vista se nubló, distinguí a papá subiendo las escaleras y a mamá con cara de mucha preocupación. Lo último que oí fueron mis sollozos y mi mente decirme por primera vez, él nunca fue tuyo.

¿Los sueños se cumplen? | Juan Pablo Villamil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora