Recordé el día en que los conocí, recordé esa tarde que fui a una de las tantas casa de los padres de Connor, recordé como conocí a los 4 y desde entonces supe que eran unos chicos geniales. Ahora son mis mejores amigos y no sé que haría sin ellos. Y aquí es donde me doy cuenta que la amistad es una de las cosas mas maravillosas que puedes tener en la vida, tener personas que te amen, te apoyen y estén contigo no importa que, sin juzgarte. Tener esas personas con las que puedes compartir momentos de felicidad y momentos de triste. Compartir lagrimas y compartir carcajadas. Compartir logros y compartir fracasos. Yo era muy afortunada por tener su amistad, eran personas mandadas desde arriba, cualquiera que sea el dios que creó este mundo definitivamente él los escogio personalmente para mi, no hay duda de eso.
La amistad es lo más importante en la vida, incluso más que el amor, pero cuando la amistad y el amor se mezclan, es un caos, un caos total.
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Caminar con muletas era la segunda cosa más dificil de mundo, la primera era caminar en un pasillo repleto de gente mirandote fijamente.
Lo mejor de todo esto es que no tenía que hacer educacion fisica, hoy que era lunes, la ultima semana de clases antes de las vacaciones de semana santa. Igual me quitan esta cosa el viernes, los chicos y yo iremos a una playa cerca de aquí; De Luke no hemos sabido nada en los últimos 10 días, cada vez que me ve pasar por el pasillo hace como si no me conociera mientras abraza a su novia, y con los chicos es lo mismo, ni siquiera los voltea a ver, hasta se salio de la casa de los padres de Connor para irse a la suya, así sin decir nada, que mal, por él. Claro que nos duele, pero es su decision y no podemos hacer nada para cambiarla.
—¡Kidman! ni creas que por estar invalida vas a dejar de hacer algo, ven acá. —gritó el desalmado entrenador, me levanté de las gradas y tome mis muletas dirigiendome hacia él. —Quiero que hagas una cuenta de cuantos balones hay en el almacen, ¿puedes? —yo asentí y caminé hacia el almacen, ya estaba dominando estas cosas por lo que era más facil caminar.
Al llegar estaba abierto así que solo empuje la puerta y comencé a contar los balones que estaban en la estanteria, iba por el número 15 cuando alguien toco mi hombro, carajo, esto ya era costumbre de la gente, ¿qué tiene mi hombro? me voltee como pude tratando de memorizar el número 15.
Luke Hemmings parado frente a mi con un balón en la mano.
Me dí nuevamente la vuelta ignorando su presencia y seguí contando. 16, 17, 18, 19. Me volvió a tocar el hombro. 20, 21, 22, 23...
— Julieta, tenemos que hablar. —24, 25,26, 27. — Es importante.
—Tú y yo no tenemos nada de que hablar. —Dije cortante aún de espaldas restandole importancia. 28.
—¡Julieta Marie Kidman! escuchame. —Mierda. Ya perdí la cuenta. Suspiré.
—¿Qué quieres? —Contesté rapidamente y me di la vuelta para mirarlo fijamente. Ay mi dios, pareciera que hace mil años no veia sus hermosos ojos azules. Julieta, concentrate. Espera, ¿me acabo de decir Julieta yo misma?
—¿Qué estás haciendo tú aquí? ella no quiere escuchar nada de lo que le digas, largate antes de que te de unos buenos golpes. —Dijo enojado Calum entrando al almacen, Luke lo miro triste, apuesto que lo extraña. Me miro nuevamente y luego salio del almacen lentamente. —No entiendo porque se empeña en hablarte, miralo, patetico. Ni se te ocurra perdonarlo. Y te habla el profesor, es mejor que te apures.—Dijo ahora tranquilo y yo asentí. 42 balones eran los que había en el almacén.
No sé ni porque me quedé con la duda sobre lo que tenía que decirme Luke.