Él miraba con anhelo la tierra sentado desde una nube, siempre había querido visitarla. Se veía tentadora, quería probar sus lujos y diversiones. Pero no podía, él era un ángel y los ángeles no podían viajar a la tierra al menos que se lo mandaran. Pero era demasiada la tentación.
-"Tal vez si bajo un rato pequeño nadie lo note" -pensó- "Solo serán cinco minutos" -se dijo a si mismo.
Miró a los lados y vio que los demás ángeles estaban muy ocupados como para notarlo, así que sin pensarlo demasiado se lanzó a la tierra.
El aire golpeaba su rostro mientras se lanzaba en picada desde el cielo y caía a la tierra. Cuando tocó la arena de la playa con sus pies descalzos supo qué era la verdadera felicidad.
Y cumplió lo que dijo, vivió en la tierra por cinco minutos celestes, que fueron cinco años mortales. Como nadie podía ver sus alas, todo le salió bien... Pero llegó el momento de regresar.
Cuando llegó a su nube alguien lo esperaba ahí. Eran dos ángeles guardianes que se habían dado cuenta de su ausencia y lo habían visto ir a la tierra.
-¿Qué no sabéis que son las reglas? -le dijo uno
-Yo solo quería saber que se sentía habitar un momento la tierra -contestó
-Eso no es escusa para tu falta -lo lanzaron al suelo blanco- Ahora tendréis que pagar ángel.
-Tendremos que quitarte tus alas -dijo el otro.
-¡No por favor! -Gritó- ¡Sed piadosos! ¡Dadme otra oportunidad!
-¡Tu falta fue grave así que no tendrás perdón! -Los ángeles tomaron las alas del pequeño ángel y sin piedad se las arrancaron.
El dolor era insoportable, le quemaba y no podía hacer nada. Las lagrimas recorrieron sus mejillas, pero, por más que suplicaba y rogaba por piedad los ángeles lo desterraron.
"Desde ahora seréis un ángel caído" -la voz resonaba en su mente- "Y si queréis regresar tendréis que obedecer todo lo que te mandemos... Desde ahora tu nombre será Draco Malfoy y tu misión es Hermione Granger"