2.Mejores Amigas

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Al pasar los días me fui haciendo cada vez más amiga de ella hasta que decidimos partir juntas.

-Imagínatelo, las dos en un pueblo del norte, aisladas, sin pensar ni en tíos ni en gilipollas.- había dicho, con ojos en el horizonte, ese brillo que tenía en los ojos era reconfortante, me hacía sentirme calmada y serena.

-¿Y, qué haremos con los gastos?, no podremos ni pagarnos un alojamiento- analicé con un atisbo de desesperación en mis ojos.

Se giró rápidamente y apoyó una mano en mi hombro.- Por favor ¿En serio?-

La expresión que me puso era casi lo más gracioso que había visto -¿Por qué? ¿Dije algo malo? – dije a punto de soltar una carcajada cuando me puso una nueva cara de póker.

-Trabajaremos, eso es algo obvio, aparte allí son muy amables, capaz nos dejen quedarnos si ayudamos con los quehaceres.- me dijo, emprendiendo la caminata hasta su departamento.

Después de un momento me di cuenta que mi amiga estaba en la otra cuadra y me eché a correr. – Espérame tía- dije alcanzándola y tomando respiraciones entrecortadas. - ¿Y a dónde exactamente iremos?-

-¿Sabéis hablar inglés?- dijo frenándose para poder mirarme de frente.

-Sí, fluidamente.- dije entrecerrando los ojos hacia ella, ya me estaba preocupando por la respuesta que iba a recibir.

-¡Vale! – Pegó un saltito de alegría – Yo igual- emprendió de nuevo la caminata, y la seguí de cerca – Vamos a ir a Inglaterra.

Frené de golpe y la miré atónita. Al darse cuenta que no la seguía se detuvo, se giró para poder observarme. - ¿Qué? Te encantará Londres.- comentó despreocupadamente.

-Estás loca, no tenemos ni para dormir y supones que tenemos para pagar un avión a Londres.-

-No te hagáis problema por ello.- Siguió caminando.

-¿Y qué? ¿Vos lo vas a solucionar?- dije incrédula.

-Pues, si.

-¿Cómo?- Detestaba hacer tantas preguntas pero es que esta chica me sacaba de mis casillas, no me daba ni una pista de lo que pensaba, capaz de chica había hecho actuación porque sabía ocultar muy bien sus emociones y pensamientos.

-Puedo pedirle ayuda a mis padres.

-¿Y quiénes son tus padres?

Se quedó unos minutos dubitativa y emprendió la marcha hacia un callejón y me hizo una señal para que la siguiera. Estaba tan intrigada que no me preocupé por si alguien quisiera raptarnos y violarnos aquí mismo. Entré y la seguí hasta que se interpuso una pared de al menos cuatro metros de alto. Me topé con ella y me apoyó las manos en los hombros.

-No habríais sido mi amiga si sabíais quién era.

-¿De qué estás hablando?- Ya empezaba a asustarme, quizás era la hija de un mafioso, un terrorista, o peor de la reina de algún país, había pasado tiempo e insultado a una princesa y apostaba a que me metían presa si lo descubrían.

-Mi papá es un hombre importante- Estaba hablando en serio, tan en serio que me dio miedo y me alejé unos pasos, al darse cuenta bajó la cabeza y siguió hablando. –Sabía que no ibas a tratarme de la misma manera cuando lo supierais, pero he pasado toda mi vida ocultándome y llegáis tú y me muestras otra perspectiva, hacéis parecer a lo rebelde una diversión y...-

-Para un minuto, todavía no se quien es tu padre- dije tratando de que no notara lo nerviosa que estaba y cuanto me sudaban las manos.

Me miró desorientada, como si le hubiera cortado la inspiración o hubiera estropeado el mejor discurso de su vida. Sí, bueno la cosa era que no soy muy fan de las personas que hablan mucho y ella lo intuía así que sin más preámbulo me lo confesó.

-Mi padre es el jefe de todas las fuerzas armadas del mundo.-

Lo que me dijo era raro en todos los sentidos.

-Pensé que cada país tenía sus propias fuerzas armadas.-

-Sí, pues, no es del todo cierto.- Sabía que no tenía que preguntarle por más información porque estaba a punto de darme una clase muy corta de historia mundial.- Después de la segunda Guerra Mundial, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) hizo un tratado con todas las fuerzas armadas para que tengan un superior en común y reine la paz, pues ese individuo es mi padre.-

-Qué diablos me estás diciendo, eso es muy importante y grande, muy grande, y recién ahora me lo decís.- me estaba enfadando, podría haber estado en peligro y no hubiera tenido ni idea.

-Si lo siento, yo pensaba que te protegía y nunca llegué a pensar que seríais mi mejor amiga.- decía la verdad así que no tuve más remedio que perdonarla.

Diez mil añosWhere stories live. Discover now