7.El bar

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La casa donde nos quedamos, va si se le puede llamar casa, porque cuando la veía de afuera parecía una choza, y al entrar era una mansión. Me descolocó un poco la modernidad pero supuse que era obra de la familia Hellensfort. Me preguntaba qué tan rica era Mel.

Tenía una cocina inmensa con baños, comedor, estar igual de grandes. Mi habitación era una locura, no era igual de grande que la cocina pero era lo mejor que había visto alguna vez. Era de un color hueso y edredones color miel, alfombras blancas y todo el mobiliario de una madera oscura, tal vez pino. Por más sorprendida que estuviera de mi cuarto, me sorprendió aún más que mi ropa y algunas cosas que deje en Barcelona estuvieran aquí. Enserio habían sido tan considerados, hasta me habían traído mi lindo sillón.

Desde el pasillo Mel me gritó que me diera una ducha y me cambiara para ir al bar. Caminé hacia el baño y era obviamente extremadamente decorado y hermoso. Después de tomar una larga ducha solo para molestarla me dirigí a mi placar, al abrirlo descubrí millones de bolsas con ropa dentro.

-Bueno, yo me inclino por el vestido lila de encaje.- Mel entró en la habitación con una sonrisa divertida en su cara. Esto le divertía tanto como a mí.

-Oh! No puede ser cierto. Compraste un montón de ropa para mí. Es hermoso. Muchas gracias Mel no tenías por qué hacerlo- estaba agarrando el vestido que ella me había recomendado que usara y poniéndomelo. Era de mi talla, eso es un poco raro.

-De nada amiga. Pensaba que tal vez tenía que comprarte ropa de campo ya que nunca has estado en un pueblo rural.- en realidad ella no sabía que en Argentina yo vivía a las afuera de la ciudad pero no tenía por qué saberlo.

Caminamos al bar riéndonos de los comentarios que nos había hecho Liam al irnos. Nos llamó por celular una vez que estábamos decididas que nos iríamos y creo que casi le agarra un ataque de pánico. Entonces pasó algo.

-Mel ¿Me puedes pasar con la otra mentirosa que se fue sin saludar por favor?- me tendió el teléfono.

-Bueno, al parecer quiere hablar contigo nomas. Me adelantaré un momento.- agarré el teléfono y me empezaron a sudar las manos.

La verdad es que había tenido un tipo de romance con él, pero no había pasado de eso.

-¿Si?

¿Por qué no me invitaste a ir contigo? Osea, lo entiendo de Mel pero ¿de ti? Ni siquiera te despediste.- Ups, lo había fastidiado todo, pero no era mi culpa, nos tuvimos que ir rápido por los caprichos de un papi poderoso.

-Lo siento, tuvimos que partir al instante y no me dejaron pensar en nada.- Me sentía mal por él, yo lo quería pero no lo amaba. No era mi gran amor.

-Está bien, entiendo que la familia Hellensfort mantiene ocupada a las personas.- ¿Qué acaba de decir?

- ¿Sabes todo de Mel?- ¿Era a mí a la única a la que le ocultaba su identidad?

-Sí, fuimos novios en secundaria, conocí a sus padres, creí habértelo dicho.- sonaba confundido detrás del teléfono.

­-Sí, solo que lo había olvidado. Bueno estamos yendo a un bar y...

-Bien, adiós. Solo recuerden llamarme de vez en cuando ¿Si?- No esperó a que contestara, colgó. Me quedé mirando muy atentamente alrededor. No podía lidiar con Liam ahora, mi vida estaba cambiando. Tome una respiración profunda y entré al bar.

Creo que estaba todo el pueblo atrincherado en este bar. Algunos jugando pool, otros cantando y bailando y otros simplemente bebían. Cuando me acerqué a la luz todos se voltearon a verme. Uf sí que tenía ojos sobre mi, me ruboricé y seguí mi camino hasta que se me interpusieron unas botas de campo. Levanté la mirada para encontrarme con un chico moreno que sostenía una cerveza y me miraba curiosamente.

-Te perdiste ¿verdad?- su voz era grave, y le quedaba perfectamente con su aspecto.

-Um... no... vengo con esa chica de allá- señalé a Mel que estaba sentada en la barra sosteniendo una sonrisa toda coqueta al barman.

-Bueno, si que eres linda. No se ve a menudo por aquí.- tomó un trago de su bebida y se volvió a una mesa que estaban dos chicos y como cinco chicas sentadas.

Me encaminé con mi amiga y me senté al lado suyo. Me pasó una cerveza y la acepte con mucho gusto, después de esa charla con Liam la necesitaba.

-¿Y? ¿Todo bien con tu novio abandonado?- me miró de reojo y ocultó una sonrisa.

-Sí, bueno está súper enojado con nosotras pero no puedo hacer nada ¿verdad?- le dije tomando otro trago de esta bebida. No era mi fuerte beber alcohol, cada vez que lo hacía tosía un poco y alguien se echaba a reír.

-Supongo que no.-Esa fue toda nuestra charla antes de que un chico muy alto sacara a bailar a Mel y se fueran al otro extremo del bar.

Me quedé mirando hipnóticamente como el barman hacía tragos y los entregaba a los diferentes clientes, hasta que alguien ocupó el lugar de mi amiga.

-Disculpa ese es el lugar de mi amiga.- Dije volteandome para poder encararlo.

-No pretendo quedarme mucho. – Tenía un aspecto misterioso, llevaba gorra de algún equipo de béisbol, unos pantalones negros ajustados y una camisa blanca. Si no estuviera cansada me hubiera parecido buen partido para charlar pero estaba exhausta.

-Oh, está bien.- eso fue lo único que dije.

Después de una hora de cerveza estaba completamente borracha. Mi sano juicio ya no era tan sano. Todo me daba vueltas y supe que tenía que irme a dormir. Me levanté de la silla y me encaminé a la salida, al parecer podía caminar todavía.

Después de una cuadra no aguanté el mareo y me senté a la orilla de la calle.

-No deberías andar sola cuando estás borracha.- Una voz me sorprendió y me giré para encontrar al musculoso con la gorra.

-Bueno.- Era todo lo que podía decir. Si decía algo más temía vomitar todo el contenido en mi estómago.

Eso fue todo aliento para que el chico me levantara y me llevara como a una princesa.

-No sabe dooonde vivoo.- Dónde creía que me estaba llevando, capaz era un violador. Capaz era una paranoica.

-Es un pueblo chico. Todo el mundo habla de ustedes así que sí. Sé dónde vives.- dijo mirando al frente, al llegar a la casa la puerta estaba abierta así que me llevó con cuidado a mi habitación y me recostó en la cama tan cómoda que aún no había probado.

Empezó a marcharse, pero no quería estar sola, tenía miedo de todo esto nuevo, la puerta estaba abierta, cualquier persona podría haber entrado.

-No te vayas- le grité a su espalda.

Se giró y me miró con el ceño fruncido. Después de unos minutos se encaminó al lado de la cama vacío y se acostó con la ropa puesta.

-Tengo frío. Sé que no te conoco perooo... pero ¿Puede acercarte?- Me miró con ojos fríos, estaba esperando que lo echara de repente, y yo esperaba que se fuera enojado pero se acercó despacio y me acunó en su cuerpo. Después de cómo media hora quedé completamente dormida. 

Diez mil añosWhere stories live. Discover now