Caminamos hasta su departamento absortas en nuestros propios pensamientos, tanto que cuando llegamos me olvidé de preguntarle lo más importante. – Espera, no me dijiste tu nombre- Se dio la media vuelta y con una sonrisa bajó los escalones.
-Soy Melania Hellensfort, un placer.- sonreí, no tenía idea por qué, esta chica, mi amiga había sido un completo misterio, y en tan solo treinta minutos dejó de serlo.
Quizá esperaba algo menos riesgoso o importante pero me atormentaba el hecho que ahora sé un secreto mundial, si, sé que no soy dedicada en el tema política pero si le hubieran puesto a las fuerzas armadas un jefe, lo sabría, o alguien lo hubiera comentado por ahí.
Caminé hasta mi apartamento muy lentamente, procesando toda la información que recibí, pero por más que le diera vueltas, había una cosa que me preocupaba, y si ella, ahora que sabía su secreto, no iba a viajar conmigo, estaba segura que no sería más mi amiga, no querría que una rebelde como yo estropeara su secreto.
Estaba tan enojada y triste que me acosté con una manta (de color rosa y con miles de arcoíris) en el sillón del comedor para ver algo de televisión, siempre lograba calmarme y dormirme rápido. Al encenderla estaban dando uno de esos programas de cambiarle la imagen a una mujer. Recuerdo que era una chica más o menos de unos treinta y cinco años que parecía de sesenta.
No pude terminar de verlo que mis ojos se sentían pesados, apagué la televisión y me acurruqué en mi sofá, que era de un color rosa intenso y era lo más cómodo del universo.
A la mañana siguiente ya empecé a notar los rayos de sol en mi cara y apreté más la manta contra mi cabeza para no encandilarme, ya estaba a punto de dormirme otra vez cuando escuché ruidos en mi habitación, al principio pensé que había dejado una ventana abierta y no le hice caso, pero después oí una puerta cerrándose y ante la alerta me caí tratando de ponerme de pie rápidamente, solo esperé a qué o quién estuviera en mi cuarto, no me hubiera escuchado.
Caminé a la cocina y agarré un cuchillo de carnicero, comprobé el filo, por las dudas, aunque ya sabía que no tenía ni idea de cómo usarlo, simplemente vinieron a mí las películas de terror, por eso decidí caminar lentamente con el cuchillo muy cerca de mi pecho. Al llegar al lugar originario del ruido, me quedé de piedra al notar que no había nadie, pero observé unas maletas y mi ropa dentro de ellas, cuando me acerqué para verificar noté una sombra en mi vestidor y grité.
-¿Quién está ahí? Tengo un cuchillo y no tengo miedo de...- salió una figura mediana con pelo castaño, ojos bien azules y una sonrisa pícara tan particular de ella. -¿Mel? ¿Qué estás haciendo acá? Me pegaste un susto de muerte.-
Tiré mi cuchillo en la cama y me senté tratando de recobrar el aliento.
-Lo siento, no era mi intención, es que nos vamos en cinco horas a Inglaterra y no podía aguantar la emoción, así pues decidí ayudarte con tus maletas.- se sentó a mi lado para ayudar a que me calmara pero me puse de pie para poder enfrentarla.
-¿Cinco horas? ¿Y cuándo tenías planeado decírmelo? Tengo que hablar con el que me alquila este apartamento- empecé a caminar como desquiciada de un lado a otro.- y tengo que renunciar a mi empleo, no podemos irnos tan rápido.-
-No te preocupéis tanto, anoche hablé con mi papá y me dijo que se encargaría de todo, solo que nos fuéramos lo más rápido posible.- Se encogió de hombros y se levantó, empezó a colocar toda mi ropa dentro de las valijas.
-¿Y por qué nos tenemos que ir lo más rápido posible?- pregunté ya que me parecía tan raro este asunto.
Ella se frenó como calculando lo próximo que iba a decir.
-Pues, creo que escuchó la emoción en mi voz y bueno, pensó que sería lindo que nos vallamos rápido.- lo dijo sin siquiera mirarme a los ojos. Ya estaba cansándome de que intentara manejar mi vida, se parecía a mi papá diciéndome donde debía ir y qué debía hacer.
-Bueno no estoy del todo de acuerdo- se giró bruscamente pidiendo explicaciones.- se supone que son decisiones que tenemos que tomar entre las dos, es como si me arrastraras, y ni siquiera conozco a tu papá, no es que no confíe pero siempre me he manejado sola y que alguien completamente desconocido quiera resolver mis asuntos acá en Barcelona lo veo un poco raro.- Eso lo iba a dejar callada y serena por algunos segundos.
-El me afirmó que nos visitaría allí en Londres, pues allí tendréis tiempo de sobra para conocerle.-
-Y... ¿Si no me apetece Londres?- Repliqué.
-¿Cómo? Pensé que estabais de acuerdo con ello.- se sentó y dejó caer sus manos a su costado.
-Bueno, estuve reflexionando anoche cuando venía hacia mi departamento, y no quiero estar en una ciudad grande, tengo suficiente con Barcelona.- dije señalando a mi alrededor. Y eso era cierto, odiaba sentirme pequeña e ignorada.
Vi a Mel que se había quedado estupefacta. Por un momento pensé que le había molestado mi comentario, pero era mi decisión, ella no tenía ni voz ni voto en mi vida. Después de unos segundos, que parecieron horas me di cuenta que no me estaba mirando a mí, sino que estaba observando algo detrás mío. Di media vuelta para encontrarme con algo increíble.
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Diez mil años
Fantasy¿Qué pasaría si todo tu mundo se pone de cabeza? Vera Cooper se enfrentará a todo un mundo nuevo para ella. Pero ¿A qué costo? ¿El apocalipsis? ¿O todo es obra del gobierno?