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A la hora de la cena, Ewen le propuso cenar solos en su habitación para poder evitar a sus padres y que ella estuviera más tranquila

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A la hora de la cena, Ewen le propuso cenar solos en su habitación para poder evitar a sus padres y que ella estuviera más tranquila. Era un intento por parte de él para que Arlet se sintiera mejor y que saliera de la supuesta enfermedad que el médico le había diagnosticado.

Arlet le agradecía el intento aunque supiera que no la ayudaría en nada.

Por otro lado, aceptarlo fue una buena táctica para tener mejor control sobre lo que bebiera su esposo. Había llegado a la conclusión de que no podía permitir que Víctor lo matara aunque de nuevo, eso significara que sus planes también se vieran perjudicados.

Si él fallecía, sería mucho más fácil escaparse porque a nadie le importaría su paradero, pero Arlet se negaba a permitir que lo asesinaran. Ewen era una de las mejores personas que había conocido, y a pesar de cualquier cosa, era el padre de su hijo.

Cuando se sentaron a cenar en el cuarto, con la cuna de Alioth muy cerca de ellos como la misma Arlet había dictaminado desde el momento de su nacimiento, ella se sintió enferma al ver la jarra de vino que les habían traído. A pesar de que ella no bebía, y que Ewen no tomaba más de una copa, les habían llevado una jarra entera que Arlet estaba segura de que estaba envenenada.

No había otra forma de que lo hicieran, pensó mientras observaba toda la comida. Solo había otra jarra con agua de la que se suponía que bebiera ella también y Victor le había prometido que ella estaría a salvo. Por poco que confiara en príncipe, tenía que creer que a ella no le haría daño.

—Te conseguí otro médico para que hables con él, Arlet —comentó Ewen sacándola de sus pensamientos mientras ideaba un plan para deshacerse del vino que brillaba en el centro de la mesa como si ella pudiera ver el veneno disuelto en él de alguna forma.

—No necesito otro médico, y mucho menos para hablar con él, Ewen —replicó con voz suave—. Solo... necesito tiempo para adaptarme.

Ese era otro problema que tenía que solucionar, una decisión que debía tomar, pero lo de esa noche era más urgente, una situación de vida o muerte y no tenía tiempo para pensar en nada más.

Los secretos de la reina #Descontrol en la realeza 0.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora